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Después, en la soledad de su casita, todo lo hallaba más cómodo y risueño; y al poner sus manos sobre el teclado del piano, le arrancaba del fondo notas de una vibración como jamás había arrancado de aquellas fibras de acero.

Una abolición mortal solía bajarle de la garganta a los pies, suprimiendo todas las sensaciones ordinarias de peso y de contacto; y sólo el cerebro conservaba la vibración de la vida. Parecíale entonces flotar en los aires y columpiarse a grandísima altura.

Realza, no menos que la revelación cristiana, la dignidad de los humildes esta nueva revelación, que atribuye, en la naturaleza, a la obra de los infinitamente pequeños, a la labor del nummulite y el briozóo en el fondo obscuro del abismo, la construcción de los cimientos geológicos; que hace surgir de la vibración de la célula informe y primitiva todo el impulso ascendente de las formas orgánicas; que manifiesta el poderoso papel que en nuestra vida psíquica es necesario atribuir a los fenómenos más inaparentes y más vagos, aun a las fugaces percepciones de que no tenemos conciencia; y que, llegando a la sociología y a la historia, restituye al heroísmo, a menudo abnegado, de las muchedumbres, la parte que le negaba el silencio en la gloria del héroe individual, y hace patente la lenta acumulación de las investigaciones que, al través de los siglos, en la sombra, en el taller, o el laboratorio de obreros olvidados, preparan los hallazgos del genio.

La mía fué un recuerdo para los seres queridos que habitan aquella lejana tierra que iba perdiéndose entre los crespones de la noche. El nombre de Tayabas arrancará siempre una vibración á nuestra alma. Concluída la oración nos dimos las buenas noches, siguiendo las legendarias costumbres de nuestros abuelos, cubrimos nuestras cabezas y tomamos asiento al abrigo de la camareta del timón.

El morisco cruzó los brazos, y Aixa recostose como una hija sobre su pecho. En ese instante una metálica vibración llegó de la ciudad. Luego la campana de Santiago resonó a corta distancia. Otras, más lejanas, respondieron. La catedral dejaba caer sus campanadas bajas y solemnes, y, en seguida, todas las iglesias a la vez, en alucinador concierto, tocaban las oraciones.

Una vez hablaba a Maltrana, una voz sin vibración, que repercutía en su cerebro sin haber pasado antes por su oído: Y así marchamos a través del misterio azul, en busca de una lejana tierra de ensueño para nuestro cargamento de miserias y ambiciones. Hace años, seguíamos todos el mismo rumbo con la tenacidad de un rebaño que no conoce otro camino.

Crispaba los puños, y aun se hería con ellos en la frente, produciendo el sonido desapacible que resulta de la seca vibración de dos huesos que se chocan. ¿Ves? le dijo el Rey, encendido de furor y dando en el suelo una real patada, que estremeció la sala. ¿Ves lo que ha pasado? ¿Oíste?

Durante un minuto dominaba sola, como un himno divino, una voz de tenor ó de soprano; luego otra de contra-alto, de mezzo-soprano, de barítono, de bajo profundísimo, ó la explosion de un coro de millares de acentos. Ya se sentia la vibracion clarísima de la cuerda ó de la flauta; ya la del clarin, de la corneta-piston, del tambor ó del estrombon.

Todos dicen, Señora: «Álbum sin versos Es arpa no encordada todavía, Donde duerme tranquila la armonía Esperando la suave vibracion; Y que si el vate arroja una palabra En el mar de sus hojas incoloras, Se estremecen sus páginas sonoras Cual árbol que sacude el aquilon

Sonó una explosión inmensa, ensordecedora, y después se hizo un profundo silencio en la dulce serenidad de la tarde, como si el infinito del mar y el horizonte hubiesen absorbido hasta la última vibración del atronador desgarramiento. Pero el silencio fué corto.