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Actualizado: 17 de mayo de 2025
¡Ah! basta repuso el conde con dureza, procurando desasirse. Pero ella le retuvo todavía, empujándole suavemente delante de sí, con ademán suplicante; recostose el barón en la chimenea con la actitud resignada del verdugo.
El morisco cruzó los brazos, y Aixa recostose como una hija sobre su pecho. En ese instante una metálica vibración llegó de la ciudad. Luego la campana de Santiago resonó a corta distancia. Otras, más lejanas, respondieron. La catedral dejaba caer sus campanadas bajas y solemnes, y, en seguida, todas las iglesias a la vez, en alucinador concierto, tocaban las oraciones.
Detuvo el paso y recostose en el muro frontero. Una de las mozas era muy blanca y garrida. Con el cántaro en la cadera, y apoyando el vientre contra el duro granito, estirose con ansia hasta recibir en la boca el largo beso del agua. Cuando se irguió de nuevo, su empapado corpiño mostró los hombros y los pechos como si estuviesen desnudos.
Ya veréis, señor cura, empuñaré un sable y degollaré a mi tía como Judith a Holofernes. ¡Esta chica está hidrófoba! exclamó desolado el cura. Estese un momento quieta, señorita, y no diga disparates. Convenido, señor cura; pero entonces declarad que Judith no valía ni un céntimo. Recostose el cura en la chimenea, e introdujo delicadamente una narigada de rapé en sus fosas nasales.
Dentro del coche silencio religioso; dijérase que era un recinto encantado. El viajero corrió el transparente azul, cubriendo la lámpara; recostose en una esquina cerrados los ojos, y, estirando las piernas, las apoyó en el asiento fronterizo. Así pasaron estaciones y estaciones.
Palabra del Dia
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