United States or Iraq ? Vote for the TOP Country of the Week !


Bajaron por la pendiente opuesta a la que habían subido. Cornelio, más ágil y diestro que el Capitán, iba delante, buscando los pasos más fáciles a través de las peñas y saltando de una en otra sin vacilar. Cuando hubieron llegado al llano se detuvieron, mirando atentamente en torno suyo; pero no vieron nada sospechoso.

Por lo demás, en cuanto tenía que hacer con lo práctico de su vida y de su conducta, el Conde de Alhedín tenía una filosofía propia, una doctrina determinada, una colección de principios que le servían de pauta y de norma para su conducta. Réstame decir que este héroe, que pongo en campaña, era de mediana estatura, airoso, fuerte y ágil.

Para pasearse por aquellos sitios han de elegirse los días nublados, húmedos y apacibles, ó bien levantarse temprano, á la hora del fresco matutino; cuando el tomillo conserva aún un poco de rocío, cuando el ágil conejo corre errante por los campos dando saltos y tumbos. Pero ya es hora de que volvamos á nuestro Océano.

A fin de que todas estas reformas fuesen persistentes y no efímeras, buscó Rafaela para su amigo, en vez del negro ignorante que antes le servía, un excelente ayuda de cámara, gallego desbastado, ágil y listo.

Era un hombre pequeño y grueso, de cuello corto, rostro mofletudo y rojo, o por mejor decir, morado; los ojos claros y redondos, como trazados a compás; ágil en sus movimientos, a pesar de la obesidad, y fuerte como un atleta.

Era Encarnación Guillén la vieja más acartonada, más tiesa, más ágil y dispuesta que se pudiera imaginar. Por un fenómeno común en las personas de buena sangre y portentosa salud, conservaba casi toda su dentadura, que no cesaba de mostrarse entre su labios secos y delgados durante aquel charlar continuo y sin fatiga.

¿Y yo? exclamó Horn . Dejad que yo vaya en busca del agua, Capitán. Tengo sesenta años, y si me matan he vivido ya bastante. No, valiente Horn. te quedarás aquí para cuidar de mis sobrinos. No estás tan ágil como en otro tiempo, y la bajada es difícil. Mis músculos están aún fuertes, y bajaré como un joven, Capitán. Si os mataran, ¿quién conduciría a vuestros sobrinos a su patria? , Horn.

Maltrana, una tarde en que los dos estaban solos en la cervecería, echó su silla atrás, sintiendo impulsos de cerrar de una bofetada aquellos ojos claruchos fijos en él cínicamente. Una mano ágil, de femenina suavidad, había trotado sobre sus piernas por debajo de la mesa. Pero exclamó indignado no eres escritor, ni poeta, ni nada. eres un... Y soltó la palabra brutal y callejera.

Tenía entonces cuarenta años; sentíase ágil y fuerte, y aunque su humor era pacífico y nunca había tocado un fusil, le animaba el ejemplo de algunos estudiantes tímidos y piadosos que se habían fugado del Seminario, y, según se decía, peleaban en Cataluña tras la capa roja de don Ramón Cabrera.

Y la voz de ambas hermanas se fundió en un concierto de risitas de placer y orgullo; ambas volvían a ver el estanque helado, los árboles cubiertos de encajes de escarcha, la brumosa mañana, y la figura juvenil del rey, con su rostro pálido de frío, su cuerpo esbelto, sus modales sueltos y elegantes, y su sonrisa entre picaresca y cortés, al inclinarse para felicitar a la ágil patinadora.