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Actualizado: 29 de junio de 2025


Con dar un vistazo a los tan socorridos Libros de gobierno de la Sala de Alcaldes, que se conservan en el Archivo Histórico Nacional, habrían echado de ver los mencionados comentadores que en 1596 se mandó que no se hicieran pasteles y cubiletes de a doce maravedís, y de a ocho y de a cuatro; que en 1642 se trató de que no se hicieran pasteles de a ochavo, y que en 1644 mandaron los Alcaldes que no se impidiese la venta de cubiletes de a cuatro cuartos.

Miguel le sorprendió con él entre las manos mirándole atentamente: el capellán quedó algo confuso: «Barájoles, acabo de encontrar este libraco en el baúl de Adolfito Medina... ¡Con estas cosas se entretiene ese cerdoMiguel tomó el libro y comenzó a hojearlo, sin que el cura se lo impidiese; antes echaba miradas intensas y escrutadoras cada vez que daba vuelta a la página y aparecía una nueva figura, que era por lo general la de una mujer desnuda o medio desnuda; pero nunca dejaba de hacer algún comentario despreciativo. «¡Mire V., barájoles, mire V. esa porcuza enseñando todo lo que Dios la dio!... ¿Y todo eso qué es, Miguel?... ¡Nada!... ¡Porquería!... ¡Barájoles! ¿No es vergüenza que los hombres se pierdan por esas cochinadasTales comentarios servían de contrapeso a las miradas; pero Miguel no se dejaba engañar. «¿No le parece a V., señor cura, que esta sirena se parece a Petra?

"Haráse lo que fuere convenible, Le dice Venialvo, y no le pene; Y pues que es cortesano y apacible El vulgo popular, en paz me tenga, Que contra el Taborlan bastó que venga." En su falso contento mal habido Estaban estos tristes, procurando Sustentar el tiránico partido Contra quien lo impidiese, batallando.

Les enseñaban una porción de términos y frases que no conocían, y se ponían al tanto, aunque fuese de un modo superficial, de ciertos problemas de la vida, enteramente cerrados para ellos... ¡Lástima que la afición al billar les impidiese escucharlas siempre! El estado de agitación y de cólera en que salió don Rosendo del Saloncillo, no puede ponderarse.

Era el único que podía burlarse de la tiranía de los Brull, sin que esto le impidiese la entrada en el Casino del partido, donde los jóvenes admiraban sus chistes y sus trajes estrambóticos. Rafael le quería, aunque su trato con él no fuese muy íntimo. Entre la gente solemne y conservadora que le rodeaba, aparecíasele el barbero como el único hombre con quien podía hablar. Casi era un artista.

En segundo lugar, cuidaría el gobernador de que a los indios no se les impidiese el sembrar y hacer sus chacras en donde les pareciese y acomodase, como lo practican ahora; pues, estando acostumbrados todos ellos a tener chacras, es preciso que a lo menos los primeros años sigan esta misma costumbre, hasta que la experiencia les haga conocer que no necesitan todos tenerlas; pues, con el dinero que adquieran con sus jornales o en otras ocupaciones, comprarían lo necesario a otros, y sería perjudicial a ellos si se les estorbasen las siembras donde y como quisieran hacerlas.

Andronico tuvo aviso de la pérdida de Recrea, en tiempo que juzgaba á los pocos Catalanes huyendo la vuelta de Sicilia, y para atajar los daños que Berenguer hacia de toda aquella ribera de mar, que los Griegos llamaban de Natura, mandó á Calo Juan Déspota su hijo, que con cuatrocíentos á caballo, y la infantería que pudiese recoger se opusiese á Berenguer, y le impidiese el hechar gente en tierra.

Y siendo la cosa así, repito que no me percataba yo de nada o de casi nada que impidiese la monotonía de la obra por el objeto, aunque por el sujeto, o mejor diré por los sujetos, viniese a ser un jardín de flores, como la capa del estudiante, merced a la diversidad de estilos y a la idiosincracia de cada escritor que en ella pusiese mano.

Don Eugenio, como si no entendiese, insistió, repitiendo cuanto acaba de oír en la cartería de Cebre, donde se bordaban con escandalosos comentarios las noticias dadas por Trampeta al gobernador de la provincia. Todo lo refería gritando bastante, a fin de que el punto de sordera del arcipreste, agravado por el viento, no le impidiese percibir lo más sustancial del discurso.

Si hasta el siglo XV los gallegos hablaron y escribieron como los portugueses, lo natural sería, si no quieren hablar y escribir en castellano, que escriban ahora también en portugués. Esto sería volver con fidelidad á la lengua antigua, sin que esta vuelta ó atavismo impidiese que se siguiera cultivando el dialecto, como dialecto.

Palabra del Dia

rigoleto

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