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Andando un poco en la visita que hacemos, se encuentra la célebre Universidad de Córdoba, fundada nada menos que el año de 1613, y en cuyos claustros sombríos han pasado su juventud ocho generaciones de doctores en ambos derechos, ergotistas insignes, comentadores y casuístas.

Entre los Filósofos de las Escuelas es comunísimo este defecto, como en los Letrados, y Comentadores, porque comunmente emplean razonamientos inútiles, y nada conducentes al descubrimiento de lo que intentan manifestar.

Córdoba, en fin, ofendida del ultraje, y esperando venganza y reparación, escribió con la mano docta de la Universidad, y en el idioma del breviario y los comentadores, aquel célebre anagrama que señalaba al pasajero la tumba de los primeros realistas sacrificados en los altares de la patria: =C L A M O R= o i l o r o n n l r e d c i e e l r h e n n l í a r d o a g s e n u a e z ¡Ya lo véis.

Le inspiraban las mujeres poca confianza según decían los comentadores alegres y no queriendo perder de vista a sus hermanas, para salir él de su altar, habían de ir éstas por delante. Asomaron a la puerta de la iglesia las santas hermanas, balanceándose en su peana sobre las cabezas de los devotos. ¡Vítol les chermanetes!

A la misma especie de sofisma pueden reducirse todos los argumentos que prueban una cosa obscura por otra obscurísima. Mas en Aristóteles no hay tal argumento, sino en sus Comentadores. ANTONIO VERNEI, sin hacer aquí otra cosa que copiar las palabras del Arte de pensar, culpa á Aristóteles del mismo modo, y con los mismos fundamentos.

Herodoto, por tanto, debió hacer una descripción de América. En la misma comedia, Constantinopla está en poder de los infieles en la época de la conquista de España por los árabes. Con frecuencia han de explicarse sus errores contra la verdad histórica y geográfica, como lo han hecho los comentadores más instruídos de Shakespeare con los de éste.

V. el tomo III, pág. 96, en que tratamos de la dramatización de este asunto, hecha por Lope. Séame lícito, con este motivo, indicar un hecho que conozco bien, en el cual no se ocupa ninguno de los comentadores de Shakespeare. Hay una tragedia antigua, italiana, cuya fábula es semejante en todo á la narración de Luigi da Porta, diferenciándose sólo en ser diversos los nombres de los personajes.

Este es un enemigo que obra secretamente y con grande artificio, y si los Comentadores hacen reflexîon conocerán, que no tanto los obliga á hacer los comentos el querer ilustrar á un Autor, como querer acreditarse ellos mismos. El amor propio engaña tambien á los sabios aparentes, haciéndoles creer que son sabios verdaderos, y que les importa que los demas lo conozcan.

No si en América se presenta un fenómeno igual a éste; es decir, dos partidos, retrógrado y revolucionario, conservador y progresista, representados altamente cada uno por una ciudad civilizada de diverso modo, alimentándose cada una de ideas extraídas de fuentes distintas: Córdoba, de la España, los Concilios, los comentadores, el Digesto; Buenos Aires, de Bentham, Rousseau, Montesquieu y la literatura francesa entera.

Singular sería que siendo Shakspeare tan adorado entre los extraños, lo fuese menos entre los propios; entre los ingleses, que son tan patriotas. En Inglaterra ha tenido el gran dramático multitud de biógrafos, críticos, comentadores y panegiristas. Los que en España han escrito sobre Cervantes son en número cortísimo comparados con los que en Inglaterra han escrito sobre Shakspeare.