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En este barrio levítico de París, con sus hoteles para curas y familias religiosas, sombríos como conventos, y sus almacenes de imaginería piadosa que infestan el globo de santos charolados y risueños, se verificó la gran transformación de Gabriel.

Y se dejó arrastrar por la pendiente de los pensamientos sombríos a una filosofía desesperada y pesimista. «Pues señor se dijo lacrimosamente , hay que aceptar el mundo y la humanidad como son... ¡Esta niña que yo creía tan sensible!... ¡Qué le vamos a hacer!... En la mujer no existe más que un afecto verdadero... ¿Estará tal vez enamorada esta chica?...»

Aunque los colores del cuadro de la vida humana que se desplegaba en la plaza del mercado fueran en lo general sombríos, no por eso dejaban de estar animados con diversidad de matices.

Es de advertir que tal idea extraña le perseguía sin cesar. ¿Por qué sentía tanto horror á que los pájaros anidasen en su domicilio? Supuesto que estos animalitos á todos parecen bellos é inofensivos, ¿por qué el capitán se fijaba en ellos en sus vaticinios sombríos y no se acordaba de los ratones, de las arañas ó de las cucarachas, animales más feos y temerosos?

Los varones, agrios, displicentes, huraños, sombríos; las mujeres, tímidas, asustadizas, amables, pero con amabilidad monjil. La vida como las cosas y las personas.

No me hables de ellas.... ¡Valientes imbéciles! Ni en las aleluyas del mundo al revés.... Se visten como los hombres, con lanilla inglesa; van feas como demonios con esos colores de enterrador, apagados, sombríos; y en el verano gastan, cuanto más, percal de tres reales, con lo que creen ir tan elegantes. ¡Oh, aquellos tiempos míos!

Se venía la noche precipitadamente. Los altos olmos recortaban aún con admirable pureza sus ramas en el fondo diáfano de la atmósfera; pero de sus copas caía sobre la carretera una sombra cada vez más espesa. La campiña había perdido el color, extendía en el horizonte sus lomos sombríos donde apenas resaltaban los toques amarillos de alguna heredad plantada de trigo.

No creían en nada, no iban a misa, se burlaban de los curas, sólo pensaban en la revolución social con degollinas y fusilamientos de burgueses y jesuitas; no tenían la esperanza de la vida eterna, consuelo y compensación de las miserias de aquí abajo, que son insignificantes, pues sólo duran unas cuantas docenas de años, y como resultado lógico de tanta impiedad, encontraban su pobreza más dura, con nuevos tonos sombríos.

Tales son a menudo mis pensamientos cuando con mi escopeta o mi caña de pescar vago solitario por el bosque o las orillas del río. No si llegarán a convertirse en realidad, y menos aún si en tal caso tendrán por teatro el que yo me imagino; sólo que anhelo vivamente verme otra vez en las concurridas calles de Estrelsau, o a los pies de los sombríos muros del castillo de Zenda.

Su mirada era como la mirada de los pájaros nocturnos, intensa, luminosa y más siniestra por el contraste obscuro de sus grandes cejas, por la elasticidad y sutileza de sus párpados sombríos, que en la obscuridad se dilataban mostrando dos pupilas muy claras. Estas, además de ver mucho, parecía que iluminaban lo que veían.