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Actualizado: 25 de junio de 2025
La vista alcanza desde allá un extenso panorama de líneas suaves, de intenso verdor, sin rocas adustas, sin matorrales sombríos, sin nada duro y salvaje. Los pueblecillos blancos duermen sobre las heredades, las carretas rechinan en los caminos, los labradores trabajan con sus bueyes en los campos, y la tierra, fértil y húmeda, reposa bajo la gran sonrisa del cielo y la inmensa piedad del sol...
Las entrevistas de los dos se desarrollaron con arreglo á lo que ella había leído en las novelas amorosas que tienen por escenario á París. Iba en busca de Julio temiendo ser reconocida, trémula de emoción, escogiendo los trajes más sombríos, cubriéndose el rostro con un velo tupido, «el velo de adulterio», como decían sus amigas.
Era una fatalidad implacable que pesaba sobre ella desde que había pisado a Orsdael; tenía que disimular, fingir, mentir siempre, lo mismo a su hija que a sus indignos verdugos. Permaneció un momento inmóvil, absorta en sus sombríos pensamientos. Luego, de golpe, irguió la cabeza.
Los bosques sombríos de los sitios reales, las arboledas obscuras del invierno, fueron y son sus paseos favoritos. Sus palacios de campo tienen techumbres negras, torres achatadas, con veletas y tétricos claustros, como si fuesen monasterios.
Los cielos cenicientos y sombríos, crespas las hojas, lívidas y mustias, y era una noche del doliente octubre del tiempo inmemorial entre las brumas, era en las tristes márgenes del Auber, el lago tenebroso de aguas mudas, ante los bosques tétricos del Weir, la región espectral de la pavura.
Aquellos museos no solo evocan la historia de esas dominaciones, sino tambien la de la conquista de «América», de las guerras en Italia y los Paises-Bajos, y de la Inquisicion, cuyos símbolos sombríos se ven en los instrumentos de tortura.
De pronto de aquellos ojos sombríos, siempre apasionadamente fijos sobre el mismo punto, brotaron lágrimas. Ella se sintió profundamente conmovida, y más tarde, cuando recordaba esta corta escena muda, le parecía que había estado mucho tiempo mirando llorar a Juan. El ruido de una puerta que se abría arrancó al joven de su éxtasis.
Seguíale Sancho a pie, llevando, como tenía de costumbre, del cabestro a su jumento, perpetuo compañero de sus prósperas y adversas fortunas; y, habiendo andado una buena pieza por entre aquellos castaños y árboles sombríos, dieron en un pradecillo que al pie de unas altas peñas se hacía, de las cuales se precipitaba un grandísimo golpe de agua.
Cuando la máquina lanzó el grito de marcha y los compañeros que le habían ido a despedir le dijeron adiós con la mano en pie sobre el andén, se fue a sentar en un rincón del carruaje envuelto en una manta, aparentando dormir para entregarse mejor a sus dolorosos y sombríos pensamientos. ¡Oh, qué pensamientos tan dolorosos y sombríos!
Azorín querrá encontrar allí la paz, y no encontrará la paz que ha sentido en esta plaza solitaria y bajo estos árboles sombríos; y querrá encontrar allí hombres sabios y no los encontrará tan sabios como este que se llama Sarrió.
Palabra del Dia
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