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Actualizado: 29 de septiembre de 2024


Neris, por su parte, acogió a la joven americana con una amabilidad meritoria dados los proyectos matrimoniales de su sobrino, y estaba hablando amistosamente con ella de los recuerdos comunes traídos de la Ciudad Eterna cuando este último fue a interrumpirlos dando la señal de la marcha.

Ayer me decía con gran amabilidad que esperaba que hoy fuese á su casa á comer de mediodía. ¿Tengo yo la culpa de que la pobre niña sea tan chabacana?... Hoy ha estado cariñosa en extremo conmigo, hasta el punto de que su marido fijase alguna vez con insistencia su mirada en nosotros. Esto ha contenido un poco los ímpetus de la lengua, pronta á dejar escapar mi dulce secreto.

Fue asociado de un contratista de fielatos, y por razón de su maldita amabilidad, la parte mayor de las vituallas entraban sin pagar. Fue marido de D.ª Laura, y gastó el reducido patrimonio de esta en varias suertes de amabilidades.

Después de todo, conde, tiene usted razón, como decía su amigo, y él también la tiene. He hecho mal en ponerme agresiva. ¡Los pueblos nuevos! dijo Sorege. Ya pensarán como nosotros, razas cansadas. La joven ofreció la mano á Tragomer y le dijo con su amabilidad acostumbrada: Me he exaltado un poco; espero que me dispensará usted.

No lograba, sin embargo disipar la confusión en que la ponía el extraño paso que había dado, la situación anómala en que se hallaba. Salió de ella bruscamente, como hacía siempre las cosas. Se puso seria y tendió la mano al joven, diciéndole: Mil gracias por su amabilidad, señor Alcázar.

El coronel vió llegar á varios criados: uno traía los sables, los demás llevaban grandes bandejas con botellas y copas. Miguel Fedor se inclinó ante el enemigo con los ojos brillantes de amabilidad y de alcohol. ¿Quiere usted beber algo mas? Dió las gracias el cosaco en voz baja y Toledo lo vió de pronto despojarse de su larga levita con el pecho adornado de cartucheras.

Es una insolencia ¡caramba! tanto para mi como para ese pobre mozo, que es tímido y a quien desconciertas por completo. El señor de Le Maltour no es una persona a quien se pueda tratar como a un títere, sobrina. Nadie te obliga a casarte con él, pero quiero que le trates con amabilidad. Bien sabe Dios si tienes buena lengua cuando quieres.

Maldijo con todo su corazón las amables importunidades de año nuevo, pero no dejó traslucir nada de la inquietud que le roía el alma. Todos los que salían de su casa se hacían lenguas de su amabilidad. Y es que tenía un talento bien precioso para una dueña de casa; sabía hacer hablar a todo el mundo.

Era sin duda a impulsos del miedo que acababa de pasar... Y acogiendo esta muda amabilidad con desdeñosa altivez, siguió adelante, sin responder al saludo. La gloria salió a su encuentro. Le rodearon las gentes en la cubierta, mostrando gran interés por su salud. Hasta las damas menos comunicativas le pedían noticias.

Candore, como un verdadero paladín, iba todas las mañanas a tomar las órdenes de las señoras para el día. El tiempo estaba hermoso y había que aprovecharlo. Era la ocasión de hacer expediciones románticas a La Lucerne y a Chanteloup. ¿Cómo rehusar? Estaba hecho el ofrecimiento con tanta amabilidad y la enferma palmoteaba con tan infantil alegría... Liette no lo pensaba siquiera.

Palabra del Dia

jediael

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