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-Contra ese corte yo otro -respondió Sancho-, que no le va en zaga: cogeré yo un garrote, y, antes que vuestra merced llegue a despertarme la cólera, haré yo dormir a garrotazos de tal suerte la suya, que no despierte si no fuere en el otro mundo, en el cual se sabe que no soy yo hombre que me dejo manosear el rostro de nadie; y cada uno mire por el virote, aunque lo más acertado sería dejar dormir su cólera a cada uno, que no sabe nadie el alma de nadie, y tal suele venir por lana que vuelve tresquilado; y Dios bendijo la paz y maldijo las riñas, porque si un gato acosado, encerrado y apretado se vuelve en león, yo, que soy hombre, Dios sabe en lo que podré volverme; y así, desde ahora intimo a vuestra merced, señor escudero, que corra por su cuenta todo el mal y daño que de nuestra pendencia resultare.

Como de éstos el uno era hombre acalorado y fiero, y el otro mal intencionado, no fué posible avenencia. Se negaron en absoluto a dar explicaciones. El lance quedó concertado a sable en el cementerio antiguo, en las primeras horas de la mañana. Don Rudesindo al saberlo, maldijo de la hora en que viera la luz del día.

Se habló de la belleza de la Tosti. Ramoncito, enternecido por el triunfo que acababa de obtener, quiso negársela; maldijo de las mujeres altas, y sobre todo de las rubias. Su amigo Pepe, alarmado por este desahogo que daba al traste con todos los planes de asedio en que habían convenido, le hizo una porción de guiños disimulados hasta que consiguió traerlo al buen camino.

Figuráos, señor Alonso, una madre que busca á su hija, y no la encuentra; un padre que no se atreve á pensar en su hija para maldecirla, ni puede pensar en su desaparición sin suponerlo todo... suponedme á ocultando, disimulando mi dolor, hasta que el dolor de los demás protegió al mío... yo callé... callé... porque su padre no la maldijese, y su padre no la maldijo.

Como él no se quitaba la corona más que al ponerse el gorro de dormir, forzosamente habíaselo arrancado alguien tomándola de la percha donde colgaba la ropa... ¿Quién?...¡Aunque no lo sabía, bastante lo maldijo!... Cierto que el diamante era falso, por no haberse podido encontrar uno verdadero de ese tamaño, y que él no lo ignoraba, cierto... Mas después de usarlo tantos años como verdadero, por verdadero lo sentía.

Pero ella soportaba impacientemente los ruidos de la calle, el grito agudo de los cocheros, el paso sonoro de las patrullas suizas y el canto de los pescadores. Maldijo la ciudad ruidosa y agitada donde ni siquiera era permitido sufrir en paz. La ofrecieron hallar en las inmediaciones un retiro más tranquilo; quiso buscar por misma e hizo un gasto de actividad que la agotó en pocos días.

Bermúdez que, por lo que le decían aquellas palabras y lo que leía en la voz y en el aspecto lastimoso de aquel hombre a quien tanto había estimado y estimaba, calculaba la intensidad del daño que le había hecho con su violenta medida, sintió muy hondos pesares de no haberla meditado más, y maldijo la negra fortuna que le conducía a extremos tan rigurosos.

6 Y volvió a él, y he aquí estaba él junto a su holocausto, él y todos los príncipes de Moab. 8 ¿Por qué maldeciré [yo] al que Dios no maldijo? ¿Y por qué he de execrar al que el SE

8 También tienes contigo a Simei hijo de Gera, hijo de Benjamín, de Bahurim, el cual me maldijo [con una] maldición fuerte el día que yo iba a Mahanaim. Mas él mismo descendió a recibirme al Jordán, y yo le juré por el SE

Maldijo con todo su corazón las amables importunidades de año nuevo, pero no dejó traslucir nada de la inquietud que le roía el alma. Todos los que salían de su casa se hacían lenguas de su amabilidad. Y es que tenía un talento bien precioso para una dueña de casa; sabía hacer hablar a todo el mundo.