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Una prueba más de que no son los españoles peninsulares tan culpables de este absolutismo de los diez años, sino de que nos le impusieron las más poderosas naciones de Europa, es que desde que en 1834 hubo en España un gobierno liberal, los gobiernos de esas naciones se negaron á reconocerle, le volvieron la espalda y favorecieron al pretendiente, rey de los fanáticos y serviles.

Pidió subsidios á sus vasallos, y los bonzos que eran dueños de la mìtad de las rentas del estado, se contentáron con levantar las manos al cielo, y se negáron á llevar su dinero al erario para sacar de ahogo al rey. Cantáron lindas oraciones en música, y dexáron que los bárbaros asolaran el estado. Querido Zadig, ¿me sacarás de este horrible apuro? le dixo en lastimoso tono Nabuzan.

Su estancia en Saludes fue puramente accidental. El médico en propiedad del balneario, que era un intimo amigo y compañero suyo, cayó enfermo, pidió licencia, concediéronsela, necesitó prórroga, se la negaron, y cuando se hallaba a punto de perder la plaza, le dijo Juan: No te apures: para estas ocasiones son los amigos de mis padres; yo haré que me nombren director de Saludes, como supernumerario, en comisión, sin sueldo, de cualquier modo... y en paz: te curas, y cuando puedas trabajar me retiro modestamente por el foro.

Pero, como usasen mal de esta licencia, en tiempos de Tiberio César salieron espulsados de la ciudad, i de ellos levantaron los cónsules cuatro mil soldados para enviar á Cerdeña. I los que por su religion ó por otras causas se negaron á entrar en la milicia, contradiciendo las órdenes rigorosas del emperador, fueron castigados con la muerte.

El señor cura se dirigió entonces a unos parientes míos, los cuales se negaron a recogerme... «No queremos niños»; le contestaron «no queremos huérfanos; son ingratos, tarde o temprano dan el pago». Me han contado que cuando el santo anciano recibió la carta de mis parientes, exclamó: «¡Corazones de piedra! ¡Dios los perdone? ¿El trajo esta niña a mi casa?

Estos Jesuitas notaron muchos errores en la descripcion que hizo Anson de aquellos parages, y negaron que desaguase en la bahia un gran rio, de que hacia mencion este viagero. Hasta en la latitud hallaron inexactos sus cálculos, cuya rectificacion prevaleció en los nuevos derroteros.

Dos meses despues, algunos Cários prendieron dos Payaguás, y los trageron al capitan: y preguntándoles si habian ayudado á dar muerte á los nuestros, lo negaron, diciendo que nuestro capitan aun no habia vuelto con los suyos á su provincia.

Al cuarto se alivió algo, y lo primero que pidió fue que llamasen a Susana; mas parapetadas las monjas en que el reglamento prohibía a las educandas entrar en la enfermería, negaron el favor.

Para responder a estas preguntas, para decidirme por cualquiera de estos términos, necesitaría yo mucho tiempo, larga meditación y escribir luego un tomo y no algunas páginas. Aun así no con certeza si cesaría mi vacilación y me aventuraría a dar un fallo definitivo. Sea como sea, y sin dar el fallo, nadie niega que Shakspeare es un ingenio de primer orden. Ni Voltaire ni Moratin lo negaron.

Vaya por el Magistral y el secreto de la confesión; ¡pero tocar a la Regenta! Era un imprudente aquel sietemesino, sin duda». Señores, yo no digo que la Regenta tome varas, sino que Álvaro quiere ponérselas; lo cual es muy distinto. Todos negaron la probabilidad del aserto. Hombre... la Regenta... ¡es algo mucho! El pollo se encogió de hombros. «Estaba seguro.