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¡Libertad, comodidades, buena ropa, baño, casa, lujo, dinero!... Así como a D. José le entraba el mareo con lo que el lector sabe, a Isidora le atacaba el mismo mal con sólo la probabilidad de hacer efectivas las ideas expresadas por aquellos mágicos vocablos. Cada ser tiene sus imanes. ¡Oh pena de las penas!

Cualquiera imparcialmente juzgando estará por las primeras, porque la esperiencia en todos tiempos y edades se ha dicho y se dice, es la maestra, la norma y mejor regla, casi infalible, de hacer las reformas con mucha probabilidad, por no decir certeza, del asegurar felices resultados y el acierto en todo; al paso que las teorías siempre han causado daños, y algunos de imposible resarcimiento.

De modo que te has perdonado tu traición... Todavía no... Quisiera, Magdalena, que te dieses cuenta de los sentimientos que puede experimentar una muchacha pobre cuando contempla la vida de las dichosas de la tierra desde el fondo del abismo en que vegeta... Ninguna probabilidad de casarse... Ninguna esperanza en la vida... Entonces deja una de darse cuenta del bien y del mal... No se piensa, no se vive, ni se desea más que conquistar lo imposible...

En la mayor parte de los casos en que el sentido comun nos dice que hay imposibilidad, son muchas las cantidades por combinar, entendiendo por cantidades todos los objetos que han de estar dispuestos de cierto modo para lograr el objeto que se desea. Por poco elevado que sea este número, el cálculo demuestra ser la probabilidad tan pequeña, que ese instinto con el cual desde luego, sin reflexionar, decimos «esto no puede ser» es admirable, por lo fundado que está en la sana razon. Pondré otro ejemplo. Suponiendo que las cantidades son en número de 100, el de las combinaciones posibles será 1

Muchas veces había pensado en semejante probabilidad: cualquier día era fácil que Nucha, por necesidad de desahogo y de consuelo, viniese a echársele a los pies en el tribunal de la penitencia y a demandarle consejos, fuerza, resignación. «¿Y quién soy yo se decía Julián para guiar a una persona como la señorita Marcelina?

Estos buques abandonados por a o por b, navegan obstinadamente a favor de las corrientes o del viento, si tienen las velas desplegadas. Recorren así los mares, cambiando caprichosamente de rumbo. No pocos de los vapores que un buen día no llegaron a puerto, han tropezado en su camino con uno de estos buques silenciosos que viajan por su cuenta. Siempre hay probabilidad de hallarlos, a cada minuto.

, es bueno en general que las jóvenes no coloquen en el matrimonio su única probabilidad de dicha... ¡Pobre probabilidad! interrumpió la de Ribert. ...Es preciso, sin embargo, no complicar la situación haciendo que se implante demasiado ese miedo del matrimonio. Eso es lo que me canso de decir exclamó la abuela.

Para el comun de los hombres suele bastar mucho ménos; y para los decididamente malos la simple oportunidad equivale á vehemente tentacion. Así no es posible señalar otra regla para discernir los casos, sino que es preciso atender á las circunstancias de la persona que es el objeto del juicio, graduando la probabilidad del mal por su habitual inclinacion á él, ó su adhesion á la virtud.

¿Grande el perro, papá? No, chico. Pasó un momento. ¡Pobre Yaguaí! prosiguió Julia. ¡Cómo estará! Súbitamente Cooper recordó la impresión sufrida al oir aullar al perro: algo de su Yaguaí había allí... Pero pensando también en cuán remota era esa probabilidad, se durmió.

Vaya por el Magistral y el secreto de la confesión; ¡pero tocar a la Regenta! Era un imprudente aquel sietemesino, sin duda». Señores, yo no digo que la Regenta tome varas, sino que Álvaro quiere ponérselas; lo cual es muy distinto. Todos negaron la probabilidad del aserto. Hombre... la Regenta... ¡es algo mucho! El pollo se encogió de hombros. «Estaba seguro.