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Actualizado: 16 de septiembre de 2024
Y al subir canturriaba entre dientes. ¿En qué consiste que es tan difícil echar de los labios una tonadilla cuando a ellos se pega? Sin saber lo que decía, Bou entonó a murmullos no sabemos qué música con letra de aleluyas. Isidora no podía contener la risa oyéndole cantar: Vienen luego los ciriales con las mangas parroquiales.
He tenido que contenerme, para no ponerla en la calle declaró la dama haciendo todo lo necesario para mostrarse poseída de un furor sacro, hijo legítimo del sentimiento de la dignidad . Es osadía metérsenos aquí y venir con recados estúpidos de la buena pieza de su hermanita... otra que tal. ¡Ni qué nos importa que Amparo se interese o no por nosotros!... Pues los sentimientos de Agustín también me hacen gracia... Una gente para quien el catecismo es como los pliegos de aleluyas... Yo estaba volada oyéndola.
Feo y pedestre como un pliego de aleluyas o como los romances de ciego, el edificio bifronte, con su torre barbiana, el cupulín de la capilla de la Novena, los irregulares techos y cortados muros, con su afeite barato de ocre, sus patios floridos, sus hierros mohosos en la calle y en el alto campanario, ofrece un conjunto gracioso, picante, majo, por decirlo de una vez.
Se había contagiado de la afición de sus aprendices a cantorrear los pareados de las aleluyas, y así, sin pensarlo, cantaba con la música de Rouget de L'Isle estos versos: Muchos niños pequeñitos van vestidos de angelitos. Capítulo V Entreacto en el café Mariano pasó algún tiempo en esta vida, sin que ocurriera cosa alguna digna de ser contada. Pero en la primavera del 76 ya empezó a fastidiarse.
He de darle parte al Juez. ¡Y que me venga después con que no se los persiga!" 811 Yo estaba medio azorao de ver lo que sucedía; entre ellos mesmos decían que unas prendas eran suyas, pero a mi me parecía que estas eran aleluyas. 812 Y cuando ya no tuvieron rincón donde registrar, cansaos de tanto huroniar y de trabajar en balde, "Vámosnos", dijo el alcalde, "Luego lo haré sepultar."
Es de advertir que Perico, aun siendo de los que más ayudaban a engrasar y bruñir con la pomada de su pelo y el frote de sus lomos los bancos de gutapercha, no realizaba el tipo clásico del jugador que anda en estampas y aleluyas morales y edificantes. Cuando perdía, no le ocurrió jamás tirarse de los cabellos, blasfemar ni enseñar los puños a la bóveda celeste.
No me hables de ellas.... ¡Valientes imbéciles! Ni en las aleluyas del mundo al revés.... Se visten como los hombres, con lanilla inglesa; van feas como demonios con esos colores de enterrador, apagados, sombríos; y en el verano gastan, cuanto más, percal de tres reales, con lo que creen ir tan elegantes. ¡Oh, aquellos tiempos míos!
El rigor del castigo y la obligación de ocuparse en un ejercicio sedentario y monótono, en local de mediana luz y nada alegre, hicieron a Mariano taciturno; palideció su rostro y adelgazó su cuerpo. A los cuatro meses ya componía él solo, si no con ligereza, con exactitud, las leyendas de las aleluyas, que eran en número fabuloso. Se las sabía todas de memoria y le bastaba ver la tosca viñeta para adivinar y componer en seguida los pareados.
Ocupaba la imprenta destinada a romances y aleluyas la peor y más lóbrega parte. Todo allí era viejo, primitivo y mohoso. La máquina, sonando como una desgranadora de maíz, tenía quejidos de herido y convulsiones de epiléptico.
¿El que la hace pagar gallina por falta, o maravedí por descuido? Sí, hermano. Bueno, bueno; he aquí el primer corchete que no ejecuta el mal, cumpliendo con su empleo. ¿Y pasó también la dueña Bermúdez, la que endotrina a las cristianillas nuevas, y las pellizca si no le toman sus aleluyas, y las repellizca si no la dan sendas blancas por ellas? Sí, hermano, ya pasó.
Palabra del Dia
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