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Vivia en frente de su casa un tal Arimazo, sugeto que llevaba la perversidad de su ánimo en la fisonomía grabada: corroíale la envidia, y reventaba de vanidad, dexando aparte que era un presumido de saber fastidioso. Como las personas finas se burlaban de él, él se vengaba hablando mal de ellas. Con dificultad reunia en su casa aduladores, puesto que era rico.

Y ya le oían impasibles, le brindaban protecciones quiméricas o se le reían en sus barbas. ¡Ya ve usted, se burlaban de aquello que me había costado mi fortuna, mi cerebro y mi juventud! Y cierra los ojillos grises y casi ciegos, tal vez para restañar una lágrima. Luego, una arrogante mujer enlutada, con aires de gran dama, que saluda con cierta gracia señorial.

Roseta se mostraba tranquila: había conocido á su compañero apenas la saludó. Era Tonet, el nieto del tío Tomba, el pastor: un buen muchacho, que servía de criado al carnicero de Alboraya, y de quien se burlaban las hilanderas al encontrarle en el camino, complaciéndose en ver cómo enrojecía, volviendo la cara, á la menor palabra.

Se le figuró que aquellos dos se reían, se burlaban de su impotencia; le vino á la memoria lo que él había dicho «no los cederé sino al que los regase con su sangre y enterrase en ellos á su mujer y á su hija»...

Mientras duró esta breve conversación los amigos de Tristán se burlaban de lo lindo, aunque en voz baja, del paisano. «¡Guardias, socorroexclamaba uno . «Tome usted la cartera. ¡No me haga usted daño por Diosdecía otro llevando la mano al bolsillo . «Pues habla en diminutivo con mucha dulzura.» «Será un bandido generoso como Diego Corrientes.» «Mirad qué pálido se ha quedado Aldama

32 Y así como oyeron de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Te oiremos acerca de esto otra vez. 33 Y así Pablo se salió de en medio de ellos. 1 Pasadas estas cosas, Pablo salió de Atenas, y vino a Corinto. 3 y porque era de su oficio, posó con ellos, y trabajaba; porque el oficio de ellos era hacer tiendas.

Luego sospechó que se burlaban de él. ¿Sublevaciones? ¿Asesinato del Presidente?... Unos le miraban con lástima por su ignorancia; otros con recelo, al ver que fingía no conocer unos sucesos que se habían desarrollado junto á él. Su sobrino insistió. Los diarios de Alemania hablan mucho de eso.

Su temperamento le engañaba, fingiendo una juventud sin fin; la desgracia al herirle de repente le desteñía, como un chubasco, todas las canas del espíritu. «Ay, , era un pobre viejo; un pobre viejo, y le engañaban, se burlaban de él.

Desde allí dirigía la palabra a otros señores de más edad, abonados en el palco de enfrente: se decían cuchufletas, se burlaban de la tiple o del bajo, y se tiraban caramelos y saetas de papel. Por cierto que el público de las butacas, ajeno todavía a estos refinamientos de la civilización, solía hacerles callar bárbaramente con un enérgico chicheo.

En plena época de descreimiento, la iglesia le serviría de lugar de asilo, como a los grandes criminales de la Edad Media, que desde lo alto del claustro se burlaban de la justicia, detenida en la puerta como los mendigos. Allí dejaría que se consumara en el silencio y la calma la lenta ruina de su cuerpo. Allí moriría, con la dulce satisfacción de haber perecido para el mundo mucho tiempo antes.