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Actualizado: 27 de junio de 2025
Sola Antonieta con el herido, procuró restañar la sangre, pero inútilmente; y habiendo expirado el Duque poco después, oyó ella las voces de reto de Ruperto y acudió a castigarlo y vengarse. A mí no me vio hasta que me lancé al foso, en persecución de nuestro común enemigo. En aquel instante entraron mis amigos en escena.
Al fin llegó el hanson, y, deslizando una buena propina en la mano del policía, entré en aquél y partimos, lentamente, a través de la niebla, casi al paso, tal era la dificultad de poder marchar. Había colocado sobre el lado derecho de la espalda mi bufanda de seda, para restañar la sangre que manaba de mi herida.
Y ya le oían impasibles, le brindaban protecciones quiméricas o se le reían en sus barbas. ¡Ya ve usted, se burlaban de aquello que me había costado mi fortuna, mi cerebro y mi juventud! Y cierra los ojillos grises y casi ciegos, tal vez para restañar una lágrima. Luego, una arrogante mujer enlutada, con aires de gran dama, que saluda con cierta gracia señorial.
Era sino del pintor despertarla fácilmente; pero como hombre bien educado y cauto sabía restañar prontamente las heridas. Por lo que a mí me sucede. Yo cuando quiero mucho a una mujer desearía estrujarla. Rosa no pudo menos de reír. Está visto, Marcela, que te complaces en recibir en tu casa a los hombres más desvergonzados de Madrid.
Allí se hallaba, cortando el paso del puente, retando a sus contrarios y al Duque mismo; al paso que aquéllos, sin armas de fuego, temblaban ante el denodado joven, sin osar atacarlo. Hablábanse en voz baja y tras ellos, apoyado contra el dintel de la puerta, vi a mi amigo Juan, que con un pañuelo procuraba restañar la sangre que manaba de una herida recibida en la mejilla.
Urbási, la bella Urbási, se me aparecía, como recuerdo vivo le algo real, no como sombra fantástica, y me mostraba su admirable y hermosa figura y el blanco pecho desnudo, donde yo veía, en el lado del corazón, profunda herida brotando hirviente y roja sangre que ansiaba yo restañar y represar con mis labios.
La necesidad de acudir a cada paso con expedientes a restañar las heridas del crédito, a conjurar la bancarrota, había convertido el espíritu de aquella loca al positivismo vulgar, y había atajado las demasías eróticas de su fantasía juvenil. Hacía muy buena casada, en opinión de las gentes; esto es, atendía con gran esmero y diligencia a la hacienda y a los quehaceres domésticos.
Así que al punto que el perdidoso le habló de su desgracia, la morisca le consoló con la noticia de que ya el papel estaba en sus propias manos, que no fué menos que volver el alma al cuerpo de aquel pobre y restañar la herida por donde sospechaba él que perdiera su hacienda, y con ella la vida.
Soñador de rara estirpe de sublimes soñadores que persiguen la anhelada redención de los dolores, heredad fosca y estéril de los seres infelices, fue su vida inmaculada de fecundas enseñanzas, en los tristes vencimientos alentar las esperanzas 35 y en las bregas afanosas restañar las cicatrices.
Púdose sin gran trabajo restañar la sangre, y se cicatrizó la herida, pero el niño, nunca más recobró la palabra. Siguió inerte, indiferente para todo, tomando como un animal el alimento que le daban. Se había vuelto idiota. Este fue un golpe terrible para la familia del molinero.
Palabra del Dia
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