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«¡Matarla! eso se decía pronto ¡pero matarla!... Bah, bah... los cómicos matan en seguida, los poetas también, porque no matan de veras... pero una persona honrada, un cristiano no mata así, de repente, sin morirse él de dolor, a las personas a quien vive unido con todos los lazos del cariño, de la costumbre.... Su Ana era como su hija.... Y él sentía su deshonra como la siente un padre, quería castigar, quería vengarse, pero matar era mucho.

Herodías aprovechó la coyuntura para vengarse en la forma más cruel que puede idear el rencor femenino; y sugestionando a su hija, pizpireta inconsciente, como toda bailarina, hizo que pidiera al tetrarca, en premio a sus bailes, la cabeza del pobre Bautista, que al punto le fué ofrecida en un azafate o canastillo de mimbres, y no en plato o bandeja, como se presenta en la ópera de Strauss, en medio de una confusa e inarmónica trompetería orquestal.

Don Pedro, que ignora la causa de este nombramiento, cree que Don Fadrique desea tan sólo alejarse del Rey, y resuelve también vengarse acusándolo de haber dado muerte á su hermano, impulsado por los celos. Doña Ana, vestida de luto, se presenta al Rey y le pide justicia contra el fautor de su deshonra.

El Duque confiado de sus fuerzas, que eran tan superiores á las nuestras, les respondió con palabras tan pesadas, y tan llenas de mil ultrajes y afrentas, que quando no vinieran tan resueltos de apartarse de su servicio, solo esta respuesta les obligára á procurar vengarse.

Ganó Martín, y uno de los compañeros de Briones, un teniente aragonés que había perdido toda su paga, comenzó, para vengarse, a hablar mal de los vascongados, y Zalacaín y él se encarzaron en una estúpida discusión de amor propio regional, de esas tan frecuentes en España.

La última, con este objeto, tiene una conferencia con Don Fadrique, que es escuchada por Don Diego, amante de Doña Ana; pero por mala explicación ó por mala inteligencia, deduce de ella que se propone atraer por su cuenta al Marqués. Don Diego resuelve entonces, para vengarse de la infiel, entrar disfrazado en su casa, como si fuese el mismo Marqués, y ejecutar su propósito.

Las promesas de sus amistades no eran mas que dulces mentiras; nadie haría nada por ellos al verlos en la desgracia; la Justicia seguiría su curso. Su marido iría á la cárcel, y ella tendría que empezar otra vez... ¡otra vez! en un mundo extremadamente viejo, donde le era difícil encontrar un rincón que no hubiese conocido antes... Además, ¡tantas amigas deseosas de vengarse!...

¿El hijo de Colasa?... ¡Esa bruja había de ser! Desde que Goro la quitó de pacer su vaca en el castañedo del Regueral no nos puede ver más que al diablo. Ya sabes cómo para vengarse metió sus cerdos entre nuestro maíz.

Dios gloria y reposo á sus ánimas, y concordia á los cristianos para que puedan vengarse deste daño que recibieron de los enemigos de Jesucristo, que ciertamente esta victoria ha ensoberbecido de tal manera á aquellos infieles, que no estiman más á los cristianos que si no estuviesen en el mundo, y si Dios no provee, se harán de contino más grandes y poderosos.

Sea ejemplo: está uno en la calle descuidado, llegan diez con mano armada, y, dándole de palos, pone mano a la espada y hace su deber, pero la muchedumbre de los contrarios se le opone, y no le deja salir con su intención, que es de vengarse; este tal queda agraviado, pero no afrentado.