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Actualizado: 20 de julio de 2025
Lo que no se explicaba es que don Braulio no tratase de vengarse del Condesito de cualquier modo que fuese. Entre tanto, ¿qué iba él a hacer, qué iba a decir en casa de doña Beatriz? Después de reflexionarlo, formar varios planes y componer mentalmente varios discursos, determinó dejarse guiar de la inspiración del momento e improvisarlo todo. Así llegó a casa de don Braulio.
Aunque incapaz de vengarse había tal vez en su empeño cierto deseo de terminar la existencia con un acto de justicia. Una vida de completa sumisión, sin oponer el más mínimo obstáculo a la voluntad de su marido, a sus planes económicos, ni a sus pasiones ilícitas, bien merecía que a la hora de la muerte reivindicase su libertad para satisfacer los impulsos del corazón.
Montiño desechó este pensamiento como había desechado el anterior. Pero se puso en busca de otro medio de vengarse. Quevedo se presentó á su imaginación; Quevedo, capaz de plantar una estocada al mismo diablo; Quevedo, enemigo de Lerma, y de Calderón no muy amigo, según las palabras que el mismo Montiño recordaba haberle oído en la hostería del Ciervo Azul, del sargento mayor, don Juan de Guzmán.
Belinchón estuvo tentado de mandar los padrinos a la redacción. Pero considerando que esto sería dar su brazo a torcer y aceptar lo que el artículo contenía de envenenado, prefirió no mostrarse aludido y vengarse también en la prensa.
El jóven Caleliyan estaba entonces ausente; pero teniendo noticia de lo que habia pasado, se volvió en ocasion que los españoles se iban retirando; y viendo á su padre, parientes y amigos degollados, resolvió vengarse prontamente, á cuyo fin llevando como unos 300 hombres, se hechó sobre la villa de Lujan, mató gran número de españoles, tomó algunos cautivos, y robó algunos millares de ganado.
Primero, vemos á Don Juan vestido de criado; después, el conflicto en que lo pone su amor á Doña Inés y sus celos; luego, su deber de vengarse de Don Lope, seductor de su hermana y matador de su hermano; y, por último, á su criado en disfraz de caballero, y en la rara situación en que lo pone este disfraz.
Una sonrisa crispó sus labios. ¡Perecer! sí, pero no solo. ¡Sucumbir! muy bien, pero no sin vengarse. Los jinetes empezaban á aparecer por las anchas avenidas del bosque. Los coches rodaban al trote de sus tiros, los más hermosos del mundo. La vida elegante renacía en su diario y monótono esplendor.
Verdad es que éste se mostró de todo punto inflexible pues decía con razón: La sociedad en que vivimos no gusta de que se la den sorpresas especialmente en esta clase de asuntos y suele vengarse de ello esgrimiendo el arma de la calumnia. En resumen, no había más remedio que dejar pasar el tiempo preciso para poder hacer la presentación de Amaury como yerno de Avrigny.
Plácido, á medida que se acercaba á su casa, la casa de un platero en donde vivía como pupilo, procuraba coordinar sus ideas y maduraba un plan. Retirarse á su pueblo y vengarse para demostrar á los frailes que no se insulta impunemente á un joven ni se puede burlar de él.
Harto sabía él que lo de la fiebre o delirio de la carnerada no era fábula. Por otra parte ¿qué adelantaba con seguir en Río? La carta de Rafaela era feroz, pero él desistía de vengarse de ella villanamente. Y pretender o exigir de nuevo reconciliación, ya con súplicas, ya con intimidaciones, estaba convencido de que era inútil. En Río, además, donde el Sr.
Palabra del Dia
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