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Actualizado: 20 de julio de 2025


Era un impulso irresistible de vengarse de la acometividad y los caprichos de la otra en personas de su mismo sexo. Había momentos en que le era necesario confiar sus tristezas al Nacional, con ese impulso irresistible de confesión de todos los que llevan en el pensamiento un peso excesivo. Además, el banderillero le inspiraba, lejos de Sevilla, un afecto mayor, una ternura refleja.

No había quedado perro ni gato, en diez leguas á la redonda, á quien D. Casimiro no hubiera dado parte de su ventura. Ahora, su caída y su desventura debían de ser é iban siendo no menos sonadas, y, por desgracia, harto más aplaudidas. La vanidad del hidalgo bermejino recibía desaforados golpes. Pero ¿cómo vengarse?

No obstante, sentíase humillada, inconscientemente, por el concepto en que la tenían; hubiera querido vengarse, abatir a sus buenas amigas, humillarlas a su vez.

Parecióle a Dorotea que don Fernando había perdido la color del rostro y que hacía ademán de querer vengarse de Cardenio, porque le vio encaminar la mano a ponella en la espada; y, así como lo pensó, con no vista presteza se abrazó con él por las rodillas, besándoselas y teniéndole apretado, que no le dejaba mover, y, sin cesar un punto de sus lágrimas, le decía: ¿Qué es lo que piensas hacer, único refugio mío, en este tan impensado trance?

Sonoros suspiros como pequeños cohetes salían de su pecho y se le ocurrían todos los versos, todas las frases de los poetas y escritores sobre la inconstancia de la mujer. Maldecía en su interior la creacion de los teatros, la opereta francesa, prometía vengarse de Pelaez á la primera oportunidad.

Y desque fue bien vuelto en su acuerdo, echóse a los pies del señor comisario y demandóle perdón, y confesó haber dicho aquello por la boca y mandamiento del demonio, lo uno por hacer a él daño y vengarse del enojo, lo otro y más principal, porque el demonio recibía mucha pena del bien que allí se hiciera en tomar la bula.

Pero Rocafort poco acostumbrado á sufrir personas que pretendiesen detener y corregir sus desordenes respondió á Tibaldo con tanta aspereza, que le obligó á poner remedio mas violento, y desesperado de poder mantener á Rocafort en el servicio de su Príncipe, sino se le consentían sus ruindades, determinó vengarse de él, y dexar nuestra compañia.

Dorotea necesita vengarse, y para vengarse te llama. eres mío y yo uso de ti. ¿Qué importa una muerte más? ¿No mataste anoche al amante de tu mujer? ¡Le mató Dios, le mató Dios! ¡Yo solo fuí la mano de Dios! Pues bien, seguirás siendo la mano de Dios, porque haciendo lo que Dorotea te mandará, habrás matado á ese infame. Pensadlo bien, Manuel, pensadlo bien. Lo tengo pensado. ¿Y decís que...?

Sola Antonieta con el herido, procuró restañar la sangre, pero inútilmente; y habiendo expirado el Duque poco después, oyó ella las voces de reto de Ruperto y acudió a castigarlo y vengarse. A no me vio hasta que me lancé al foso, en persecución de nuestro común enemigo. En aquel instante entraron mis amigos en escena.

Verdad es que él se da por vencido por el momento, y dice que, pues se casa conmigo, no debe de estar en su juicio cabal, y que ya, sin casarnos, le he ganado la partida y la apuesta; pero, por lo mismo, añade que desea casarse para vengarse y desquitarse.

Palabra del Dia

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