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Actualizado: 24 de septiembre de 2024
Allí Clara, ó adelantándose ó quedándose atrás y dejando al Comendador con su sobrina, hubiera podido hablar á su placer con D. Carlos; pero no parecía sino que le tenía miedo, que temblaba de oir su voz sin testigo, y que deseaba demostrar á los ojos del Comendador que no quería pertenecer á D. Carlos, sino á D. Casimiro.
Convéncele de que soy fea, de que gusto de D. Casimiro, de que mi ingratitud hacia él merece su desprecio. Yo debiera haberle hablado en este sentido; pero soy tan débil y tan tonta, que no hubiese atinado á decírselo, y tal vez le hubiera inducido estúpidamente á que creyese todo lo contrario. Por amor de Dios, Lucía de mi alma, despide por mí á D. Carlos. Yo no puedo, no debo ser suya.
Desde su asiento habló de mil cosas con animada y alegre conversación, resuelto á aguardar allí á que Don Casimiro se fuese y á que D. Valentín y Doña Clara despejasen, para hablar á solas con Doña Blanca. Doña Blanca adivinó la intención del fraile, entró en curiosidad, y pronto halló modo de despedir á D. Casimiro y de echar de la sala á D. Valentín y á Clarita.
Con cincuenta y seis años de edad, no pocos padecimientos y la facha que ya hemos descrito, don Casimiro mismo, á pesar de su amor propio, que no era flojo, había hallado, allá en el centro de su conciencia, un si es no es inverosímil que le quisiesen casar con aquel pimpollo.
Casilda, que está adentro, en la cocina, os dará razón, señor Montiño. Yo no puedo marcharme de aquí. Como veis, estoy dando limosna por su alma. Dejad pasar á ese hidalgo, señor Casimiro Trompeta; es de la casa dijo Pedro al alguacil que aún tenía asido á Montiño.
Casimiro, tío de las dos Princesas, que se hacen la guerra, ha llegado ya para poner fin á su contienda; al ver á Leonido, que, como salvador de Arminda, tiene libre entrada en el palacio, experimenta hacia él extraña simpatía. Leonido se queda anonadado; pero su amigo le hace volver en sí de su asombro, y se ofrece á tomar sus armas, y, fingiendo ser Leonido, á pelear con él.
Quiero decir que es V. bueno, porque no es como otros caballeros, que por más que estén ya con un pie en el sepulcro, de lo que dista V. mucho, á Dios gracias, andan siempre galanteando y soliviantando á las hijas de los artesanos y jornaleros. Ahora no... por el noviazgo; pero antes... bien visitaba D. Casimiro á Nicolasa. Pues yo no la he visitado.
Cierto que el rival por quien Clara le dejaba era Dios mismo; pero D. Casimiro no se aplacaba con esto. ¿Si querrá ser monja decía, para no casarse conmigo? Valiera más haberlo pensado con tiempo y no ponerme en ridículo ahora. Sin duda que para mí es menos cruel que me deje por tan santo motivo que no que me deje para casarse con otro mortal. Yo no hubiera consentido esto último.
Coronel Juan R. Epetormo. Coronel Gonzalo Pérez André. Coronel Nicolás Guillén. Coronel Leopoldo Figueras. Coronel José Fernández de Castro. Mayor General Santiago García Cañizares. Capitán Generoso Campos Marquetti. Coronel Casimiro Mayo. General José B. Alemán. Coronel Lino Dou. Coronel Miguel Llaneras. Coronel Manuel Lazo. Coronel Antonio Gonzalo Pérez. Capitán Oscar Soto Calderón.
Es verdad, hija mía: el caso es apurado; pero ¿quién te mandó que dijeses que querías ser monja y que lo prometieses? ¿Por qué no declaraste con valor á tu madre que no querías á D. Casimiro y que no querías ser monja tampoco?
Palabra del Dia
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