United States or Fiji ? Vote for the TOP Country of the Week !


Luego, como si el esfuerzo empleado en mostrar su herida y en decir aquellas pocas palabras fuera excesivo para su naturaleza debilitada, cerró los ojos y quedó sin habla ni movimiento por algún tiempo. «¡Oh!, esto parece grave dijo D. Alonso con desaliento. ¡Y más que grave!», añadió un cirujano que había acudido a examinarle.

Justamente aquella mañana hacía un tiempo hermoso, pero poco adecuado para rodar por los caminos, demasiado mistral y excesivo sol, un verdadero día de Provenza. Cuando recibí aquella maldita carta había ya elegido mi abrigo entre dos rocas, y soñaba con pasar allí todo el día como un lagarto, inundándome de luz y oyendo cantar los pinos. En fin, ¿qué vamos a hacerle?

Una especie de sordo y pertinaz remordimiento lo había acompañado durante largo tiempo, ante la idea de haber empujado a una inocente a un sacrificio terrible: después ese error suyo fue a confundirse con otros, y le dio libertad para decirse que su culpa había consistido únicamente en un celo excesivo por encontrar el fundamento de la acusación, y así fue perdiéndose por fin hasta de su mente el recuerdo de aquellos hechos.

En el obrador, Tono tenía su víctima: el pobre Menut, un muchacho enclenque que meses antes aún era aprendiz, y al que los camaradas reprendían por el excesivo afán de trabajo que mostraba siempre, ansiando un aumento de jornal para poder casarse. ¡Pobre Menut!

En tiempo de verano se siente algo de frio; pero en el invierno no puede menos de ser excesivo, á causa de las muchas nieves que caen en las cordilleras. Estas no fecundan la tierra, antes la dejan tan seca y esteril que parece incapaz de producir fruto alguno.

Pero lo que principalmente me trae descompuesto ahora es un pícaro mal de estómago... debilidad, dicen que es debilidad... Tengo que comer muy a menudo y muy poca cantidad... esta es la cosa... Es efecto del excesivo trabajo... ¡qué le vamos a hacer! Al llegar esta hora se me pone aquí un perrito... lo mismo que un perrito que me estuviera mordiendo.

Eran de pelo rubio, flacos, como si el excesivo calor hubiese derretido su grasa, pero con gruesos tendones y robustas coyunturas, que al menor esfuerzo se marcaban vigorosamente.

La abuela hizo un movimiento de tan excesivo mal humor, que me quedé ligeramente aturdida. ¿Es necesario hacer un estudio tan profundo para poner en claro ese grave problema?... ¡Qué rara eres, hija mía! Pero, en fin, permites que me ocupe en esto; es todo lo que reclamo de tu indulgencia...

Hay que imaginarse el Jaegerthal, al pie del viejo burg, en una época de nieves extraordinaria a la pálida luz de aquella hora temprana cuando los macizos de árboles comienzan a surgir de las sombras, cuando el excesivo frío de la noche empieza a templar, al acercarse el día.

Los mismos; MÁXIMO por el foro, presuroso, con planos y papeles. MÁXIMO. ¿Estorbo? EVARISTA. No, hijo. Pasa. MÁXIMO. Dos minutos, tía. DON URBANO. ¿Vienes de Fomento? MÁXIMO. Vengo de conferenciar con los bilbaínos. Hoy es para un día de prueba. Trabajo excesivo, diligencias mil, y por añadidura la casa revuelta. EVARISTA. ¿Pero qué te pasa?