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»No, bien lo sabes ... no es esto lo que yo quiero. »¿Quiere veinte? Pero con la condición de que partirá al instante, y de que no le volveré a ver. »Todo lo rehúso, si no me permites que te vea al menos una vez al año. »¡Sea! repuso Carlos, dominado por un acceso de cólera. ¡Pero parta... aléjese!

Aquí se detuvo como espantada un momento, y mirando atentamente hacia la sala, añadió con su intemperancia ordinaria: Pero, mujer, ¿no has visto eso?... ¿No ves allí a Jacobo con la Mazacán?... ¡Pero qué escándalo!... ¿Cómo permites eso?...

¿Por qué, señor? le preguntó Laura. ¿Usted no sabe que Adriana quiere a Julio? Cállate, Laura, por piedad, interrumpió Zoraida, no sabes lo que dices. No, déjame hablar, él comprenderá, necesito explicarle. ¡Te subirá la fiebre! Zoraida, déjame hablar, te lo pido. ¡Te subirá la fiebre! Al contrario, Zoraida; si no permites que hable, la desesperación me matará. Aquí hay un verdadero contrasentido.

Sin embargo, me pareció que no me tocaba intervenir en el asunto, cuando de repente, y con gran sorpresa mía, cruzó Flavia las manos y exclamó con agitada voz: ¿Te parece bien irritarlo así? ¿Irritarlo? ¿A quién? ¿Cómo? Haciéndolo esperar tanto. Pero, prima mía, si yo no quiero hacerlo esperar ni... ¿Es decir, que puede entrar? Sin duda, si se lo permites. Flavia me miró con curiosidad.

¡Ulises, me echan! gritó ella pegando otra vez su boca á la cerradura . ¿Y , amor mío, lo permites?... ¿ que tanto me amabas?... Después de este llamamiento desesperado permaneció silenciosa unos instantes. La puerta se mantuvo inmóvil: detrás de ella no parecía existir ningún ser viviente.

Y jadeante, con los ojos fijos y chispeantes, esperaban. El gitano se encogió de hombros, volvió la cabeza de su caballo del lado de la tartana, y la ganó a nado en medio de una granizada de balas, cantando una antigua canción mora del Hafiz: ¡Oh! permites, encantadora niña, que yo envuelva mi cuello con tus brazos, etc., etc. Los contrabandistas se quedaron anonadados.

Pero el Rey está allí, en el castillo. Este caballero... ¡Mírame, Rodolfo! ¡Mírame! gritó, oprimiendo mi rostro entre sus manos. ¿Por qué permites que me atormenten así? ¡Dime, qué significa esto! Entonces hablé, fijos mis ojos en los suyos. ¡Dios me perdone, señora! dije. No soy el Rey. Sentí en mis mejillas el temblor convulsivo de sus manos.

MARINO. Veo que esta noche estás expansivo. ¿Me permites que te haga vanas preguntas? PROCLO. Haz las que se te antojen. Si me es lícito, contestaré. MARINO. Pues con tu venia: ¿qué nos trae aquí desde el fondo del Asia, donde estabas estudiando los más oscuros ritos y misterios del Oriente, y desentrañando su oculto sentido? ¿Es capricho de tu alma o mandato de un numen?

En esto emplea todo el dinero que le permites que tome como recompensa. A veces la sigue de lejos por las calles, admirando su contoneo provocativo, sus pantorrillas al descubierto, siempre con medias de seda... Cultiva pacientemente su jardín. Sonríe como un imbécil al pensar en su futura cosecha. Un domingo, al levantarse de la cama, el príncipe sintió deseos de cantar.

, se va mañana... su trabajo lo ha fatigado mucho... los médicos le recomiendan un poco de distracción. No quisiera que se fuese dijo la niña , si lo permites voy a ayudar a Enriqueta para que no se le olvide nada. Yo misma voy dentro de un momento... anda, hija mía. Marcelita se fue corriendo. La señora de Aymaret se levantó para marcharse.