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Actualizado: 20 de julio de 2025
En él sabe que vive quien creía muerto, y surge en su pecho una lucha terrible entre los deberes que lo ligan á Mendo y su amor á Elvira; éste lo detiene algún tiempo antes de resolverse á inquietar á Payo. Entre tanto el rencoroso Grande, para vengarse del Rey, pide auxilio á los moros para atacar á León.
A los gritos del soldado acuden otros muchos, y Don Juan de Austria, Don Lope de Figueroa y otros capitanes españoles rodean al atrevido, que ha penetrado sólo en el campamento español para vengarse y matar al asesino de su amada; pero Tuzaní se abre paso con su espada, á pesar de la muchedumbre que lo rodea, y se pone en salvo en parajes inaccesibles de aquellas montañas.
Otros, estos están en gran mayoría, fueron con el santo propósito de apropiarse de lo ajeno ó de vengarse de sus enemigos, lo que podían lograr con absoluta impunidad para sus criminales fechorías.
Los infames se habían metido en el salón, y estarían en aquel instante arrullándose, con la primera delicia del amor naciente, vacilando en usar el confianzudo tuteo. Y él... abajo, solo con su desesperación; pero sabría vengarse. Sus ilusiones de venganza le conmovían tanto, que se sentía próximo a estallar en sollozos.
Emma preparaba alguna gran venganza, y en el ínterin se divertía con él como el gato con el ratoncillo. Tal vez le despreciaba tanto, pensaba el infeliz, que ni siquiera quería concederle el honor de sentir celos; pero aunque no estuviese celosa, lo que es de vengarse no dejaría».
El orgullo de la madre daba brincos de cólera dentro de doña Paula. «Su hijo era lo mejor del mundo. Era pecado enamorarse de él, porque era clérigo; pero mayor pecado era engañarle, clavarle aquellas espinas en el alma.... ¡Y pensar que no había modo de vengarse!
Todo eso estaba en lo verosímil; mas herirme villana y sañudamente sin más pecado que el de amarla, no era creíble. Debía de haber gato encerrado. El acto de aquella noche parecía inspirado en un deseo de venganza, y para vengarse, menester era una ofensa previa. Esta consideración me dio harto consuelo.
Al tiempo de recoger el jarro, jugaron con el agua. Ella le salpicó la cara para vengarse de lo que antes le había hecho.
Ernestina quiso vengarse haciendo sentir celos a su marido; se entregó con entusiasmo a tan peligroso juego y tuvo sus coqueteos comprometedores con cierto attaché de legación americana, que hasta alcanzaron visos de infidelidad. Bien sabía Luis que la cosa no tenía malicia, pero ¡qué demonio! él no servía para casado, le abrumaba aquella vida, y aprovechó la ocasión, tomando el asunto en serio.
También deseaba vengarse de los sarcasmos y murmuraciones con que le había molestado este último en muchas ocasiones. El grave Momaren, que parecía incapaz de mezclarse en asuntos mezquinos, mostraba una malignidad extraordinaria al hablar del famoso senador.
Palabra del Dia
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