United States or Eritrea ? Vote for the TOP Country of the Week !


Nadie entre nosotros podía ver la menor ofensa en este título. Para una persona cuyo principal oficio y arte es la cocina, el puchero no puede menos de ser la idea capital y como el centro en cuyos alrededores se agrupan las demás cosas. De la misma suerte, si el Sr.

Repito a usted que no se me ha pasado por la imaginación nada semejante a eso... Y me sorprende que usted haga a su sobrina también la ofensa de creer que pueda sufrirlo... Es una broma, señor, no se ofenda... Como no teníamos de qué platicar, se me ocurrieron estas niñerías por pasar el rato.

¿Está usted seguro de que siempre ha expresado con franqueza su opinión? El dudarlo es una ofensa. ¿También cuando afirmaba usted que yo era el primer poeta español no sólo de los tiempos modernos, sino también de los antiguos? Entonces lo creía. Usted lo creía: yo no.

Todavía la amaba, o si a usted le place, estaba celoso, tenía celos brutales, aquellos celos que significan la ofensa al sentimiento de propiedad y nada más. Pero ¿de qué podía acusarla? ¡No de haberse entregado a usted! Noticias tenía para estar seguro de que el más leve esfuerzo suyo para demostrarse bueno, una palabra de amor, una frase amable, habrían impedido que la Condesa fuera de usted.

Cuando me sea mandado que escriba, y mi parecer acerca del remedio que se podia poner para regular estos padres sin ofensa ni daño suyo, antes con grandisimo útil, deseándoles hacer monarcas de las almas que son el verdadero tesoro de Cristo, y no del mundo y de sus intereses que es cieno vilisimo, me ofrezco á hacerlo con toda caridad y con las fuerzas que mas se sirviese darme su Divina Magestad.

Me guardaré muy bien de proponérselo, porque me consta, sin género alguno de duda, que esa opinión es la de toda la buena sociedad de Santander, de la que es usted tan digno miembro. ¿Me adula usted? No, señora: le hago justicia. Por supuesto que no me hará usted la ofensa de aplicarse nada de cuanto he dicho contra la aldea.

2 Elegir el enemigo, de D. Agustín de Salazar y Torres. 3 El arca de Noé, de D. Antonio Martínez, D. Pedro Rosete y D. Jerónimo Cáncer. 4 La luna de la Sagra, Santa Juana de la Cruz, de D. Francisco Bernardo de Quirós. 5 Lavar sin sangre una ofensa, de D. Ramón Montero de Espinosa. 6 Los dos monarcas de Europa, de D. Bartolomé de Salazar y Luna.

Era imposible dudar ya de que la ofensa había venido directamente de ella. A pesar de que tenía la mirada fija en la mesa, sentía sobre los ojos de Suárez, observándome, serios y recelosos. Levanté al cabo la cabeza y dije gravemente: Está bien. Puesto que es ella sola la que ha querido ofenderme, nada de lo dicho. Quede usted con Dios.

Pero la Majestad ofendida del Príncipe natural, aunque remita el castigo, queda siempre viva en el ánimo la memoria de la ofensa; y aunque no fuera bastante para hacerles agravios, por lo menos impidiera el no servirse de ellos en los cargos supremos: cosa indigna de lo que merecían sus servicios, nobleza y cargos administrados en paz y guerra.

No, no, Héctor, no puedo soportar esto; es un ejemplo deplorable y escandaloso para mi hijo... ¿Raúl?... ¡Bah! El tío hizo un gesto que quería decir que estaba perfectamente enterado de la virtud de su sobrino. Y es una ofensa para Blanca. Esta vez la frente del anciano se ensombreció, y dejando el tono ligero que había tenido hasta entonces, dijo: Hazme el favor de creerme incapaz de tal cosa.