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Actualizado: 9 de junio de 2025


Don Lope manda á sus compañeros que se alejen, y dice que su padre Lope de Urrea, se casó, ya anciano, con Doña Blanca, de quince años de edad. Al oirlo, lo interrumpe Don Mendo de este modo: Ya lo . Prolijos Discursos, ¿qué me queréis?

Sancho y Sol son los frutos de estas relaciones, quienes ignoran cuáles sean sus padres, habiendo sido criados hasta entonces como si fueran dos vulgares aldeanos. Esta noticia reanima al viejo Mendo; perdona la falta de su hija, y se congratula de tener un nieto, que pueda encargarse de vengar la ofensa de su abuelo.

En este intermedio se manda á Payo de real orden que concurra á un combate singular y solemne con Mendo, ó con quien lo represente. Mendo, lleno de ansiedad, y desconfiando de sus propias fuerzas para la lid, pone todas sus esperanzas en su nieto; pero como no se presenta en el momento decisivo, se decide á pelear y hace sucumbir á su enemigo.

La viveza y rústica obstinación, con que se presenta, agradan á los caballeros, y uno de ellos dice ser el ofensor de Mendo; pero la broma termina en tragedia, porque Sancho acomete en seguida al supuesto Payo, y lo tiende muerto á sus pies. No nos es posible extendernos más en la exposición del argumento de esta comedia, y nos limitamos á extractar lo más esencial.

Don Lope le replica que no se atreve á concebir estas esperanzas por la gravedad de los delitos, que ha cometido. Don Mendo intenta consolarlo, rogándole que le cuente su historia, prometiendo de nuevo hacer cuanto esté en su mano para inclinar al Rey al perdón.

Don Lope no es hijo del que pasa por su padre, sino fruto de una violación cometida por Don Mendo en la hermana de Doña Blanca; para salvar el honor de su hermana, Doña Blanca ha supuesto que este hijo lo era suyo.

Después de esta explicación, que arroja de repente clarísima luz sobre todos los sucesos anteriores, sigue una catástrofe de un efecto sorprendente, Don Mendo y Violante intentan penetrar en la cárcel de Don Lope para libertarlo; la última acaba de saber, de los labios de su padre, que su amante es su hermano, y esta noticia, si bien llena su alma de horror, acrece por otra parte su deseo de libertar al preso.

Digna de especial atención es esta escena, á causa de su efecto dramático, esto es, del doble error de García y de Don Mendo, puesto que el uno, deseando matar á su ofensor, deja caer las armas de improviso, creyendo que es el Rey, y porque su deber de súbdito le obliga á no ofender nunca á su Soberano; y el otro no conoce que es tenido por el Rey, atribuyendo la sumisión repentina de García sólo al respeto, que exige un hombre de su rango.

Violante es también consolada por el bandolero, compasivo entonces de una manera tan inesperada; Don Mendo dice quién es, y refiere que, por orden del rey D. Pedro de Aragón, había hecho un viaje por razones de estado, y que regresaba entonces á Zaragoza, en donde esperaba alcanzar del Rey el perdón en favor de su generoso salvador.

Mientras que el Rey discurre así con García, Don Mendo, el caballero de la banda roja, traba conversación con Doña Blanca, demostrando en seguida que la belleza de la joven esposa de García le ha enamorado ciegamente, y que, en su opinión, no será difícil seducirla y deslumbrarla con su posición y con su amorosa experiencia.

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