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La casilla, en opinión de don Paco, tenía que estar desierta. ¿Quién había encendido luz y estaba en la casilla? ¿Sería el alma en pena del viejo guarda, que tenía fama de haber sido más que travieso en sus mocedades y hasta bandolero acogido a indulto? Don Paco se armó de valor y se dirigió a averiguarlo, contento de tropezar con una aventura que de sus desventuras le distrajese.

Esta palidecía y agrandaba sus ojos con grato terror, comenzando a encontrar interesante al bandolero. ¿Si habría venido al cortijo sólo por ella?... ¿Si se propondría robarla, llevándosela a sus escondrijos del monte, con la rapacidad hambrienta de un pájaro de presa que vuelve del llano a su nido de las alturas?...

7 El nuncio falso de Portugal, de tres ingenios. 8 La dicha por el agravio, de D. Juan Bautista Diamante. 9 El dichoso bandolero, de D. Francisco de Cañizares. 10 El sitio de Betulia, de un ingenio de esta corte. 11 Darlo todo y no dar nada, burlesca, de D. Pedro Francisco Lanini y Sagredo. 12 Las barracas del Grao de Valencia, de tres ingenios. 1 Un bobo hace ciento, de D. Antonio Solís.

Su pensamiento principal tiene mucha semejanza con el de El tejedor de Segovia, de Alarcón, pero no superando, sin embargo, á este último é inimitable drama. Los caracteres y las situaciones son, por lo demás, muy animados. El motivo capital, que ha impulsado al protagonista á hacerse bandolero, es la rígida observancia de la ley del honor, con arreglo á las ideas españolas.

Si tras de lo uno ha de venir lo otro, que se queden ambos allá. Por mi parte, renuncio á ese legado de una civilizacion falsa y ruin, una civilizacion que merece este nombre, como merece el bandolero la calificacion de héroe. Venga el canto; venga la bella arte; vengan la moralidad y la instruccion de una cultura poderosa; la cultura del sentimiento; que no venga la infamia.

Como una serpiente enroscada en una peña yergue la inquieta cabeza para acechar un nido lleno de pajarillos, el bandolero observa desde lo alta de la torre del homenaje: no se atreve á atacar á los montañeses en su valle, pero está seguro de sorprender y cautivar á los que se arriesguen por la llanura. El castillo del noble desvalijador de caminantes está hoy arruinado.

Leto, después de una breve pausa, prosiguió: Yo no soy hombre de perfiles galantes; pero a mi manera, distinguir de colores; y por saberlo, tan pronto como tiré el clavel conocí que no debía de haberle tirado de aquel modo... ni de otro, por si usted lo había notado... y aunque no lo notara: siempre era una cosa muy mal hecha... El caso es que toda la tarde estuve preocupado con ello... porque, créalo usted, Nieves: un hombre, por despreocupado y modesto que sea, se resigna a pasar por bandolero antes que por ridículo delante de una mujer; y con esta preocupación, en cuanto pude, volví por el clavel: encontrele, y le guardé donde usted le ha hallado ahora, sin otro fin que reparar mi falta en lo posible y tener siempre conmigo la prueba de ello.

Yo, que tal vez hubiera llegao a rey en las Américas o en cualquier otro sitio, voy pregonao por los caminos y hasta me llaman ladrón. Usté, que es un valiente, mata animales y se lleva parmas; pero yo que muchos señores miran lo del toreo como ofisio bajo. Doña Sol intervino para dar un consejo al bandolero. ¿Por qué no se hacía soldado?

¡Ya está muerto el puma! Esto lo gritó don Carlos agitando sobre su cabeza el arma enrojecida, mientras el bandolero daba vueltas junto á sus pies, apoyándose en un costado y en otro, entre ronquidos de agonizante.

Puesto que conocéis á mi hermano, hacedme la merced de indicarme el más corto camino para su casa. Antes de que pudiera contestar el bandolero se oyeron las sonoras notas de una trompa de caza y vió Roger un hermoso caballo blanco que pasó á la carrera entre los árboles á corta distancia, seguido de la traílla y de numerosos cazadores.