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Actualizado: 9 de junio de 2025


Pronto aparece Mendo, que cuenta á su hija Clara su afrenta, en un discurso apasionado, reprochándole que aún no se haya desposado, y no tenga hijos que lo venguen. Clara le revela un secreto hasta entonces oculto: años anteriores había llamado la atención del rey Bermudo, y recibido de él promesa de casamiento, que no llegó á realizarse.

En él sabe que vive quien creía muerto, y surge en su pecho una lucha terrible entre los deberes que lo ligan á Mendo y su amor á Elvira; éste lo detiene algún tiempo antes de resolverse á inquietar á Payo. Entre tanto el rencoroso Grande, para vengarse del Rey, pide auxilio á los moros para atacar á León.

Encárgase á Don Mendo el castigo del culpable; pero la gratitud que le debe por haberle salvado la vida, lo induce únicamente á procurar su salvación.

Don Lope le da un puñal, con que se hiere al entregárselo , y al verlo en las manos de Don Mendo, se ve acometido de una vaga inquietud que lo llena de confusión. Doña Violante, después que Don Lope se ausenta, manifiesta la impresión que ha hecho en ella salteador tan compasivo. La fábula se muestra ya trazada magistralmente, y excita sobremanera la atención para averiguar lo que sigue.

Después que se han alejado los huéspedes, Don García, que ha oído la animada conversación de Don Mendo, manifiesta alguna inquietud; pero pocas palabras cariñosas y tiernas de Blanca desvanecen al punto todas sus sospechas. Don Mendo, obligado á alejarse con el Rey, sólo aguarda una ocasión oportuna para poner en ejecución sus criminales deseos.

Mariana, De rebus hispanicis, lib. XI, caps. 13 y 14. Andrés Mendo, De ordinibus equestribus. Caro de Torres, Historia de las órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara: Madrid, 1629.

García observa que uno de ellos trae una banda roja de caballero, y, como es natural, supone que es el Rey; pero casualmente Alfonso no lleva esta insignia, estando adornado con ella otro cortesano llamado Don Mendo, que ha entrado poco antes en la misma orden.

Al llegar aquí interrumpe su narración un tumulto, que se levanta detrás de la escena: son los ministros de la justicia que siguen el rastro á los ladrones. Don Lope corre á ocultarse; Don Mendo, al despedirse de él, repite su promesa anterior, y le pide una prenda para conocer por ella al mensajero que envíe de su parte.

Mendo quiere vengar en seguida su afrenta, pero conoce que sus débiles fuerzas se lo impiden, y cede á la resistencia de los demás, hasta que cae postrado en tierra y abandona quejoso la corte bajo el peso de sus años. Los grandes se conciertan después hasta confiar la tutela del Rey al conde Melén González.

Grandes altercados hay entre los nobles de León acerca de la tutela del joven rey Alfonso: Payo de Bivar, uno de los más poderosos, aunque lleno de orgullo, quiere arrebatarle sus bienes, é insulta grosera é indignamente al anciano Mendo de Benavides, su adversario.

Palabra del Dia

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