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¿Cómo tengo de caminar, desventurado yo -respondió Sancho-, que no puedo jugar las choquezuelas de las rodillas, porque me lo impiden estas tablas que tan cosidas tengo con mis carnes? Lo que han de hacer es llevarme en brazos y ponerme, atravesado o en pie, en algún postigo, que yo le guardaré, o con esta lanza o con mi cuerpo.

Son los amigos de Manos Duras dijo , que vienen á armar bochinche porque á ese gaucho malo le quitan el suministro de la carne y le impiden hacer otros negocios. Como mañana teníamos carreras de caballos, Manos Duras me ha querido perjudicar, provocando esta batalla. Parece como que el demonio ande suelto ahora, don Manuel. ¡Tan en paz que vivíamos antes!...

Los senderos que á él conducen convidan á recorrerlos, ya se dirija uno al lado de las huertas por los setos de jazmines y mirtos, ya, subiendo un tanto, se atraviesen los olivares y un bosquecillo sembrado de laurel y de pinos. Sin embargo, los árboles no impiden que de vez en cuando se distingan algunos rayos del mar. Ha sido llamado este sitio, y no sin razón, Costa Bella.

Allí parapetados esperan, con la calma que la impunidad, hasta descargar sus armas á boca de jarro sobre el enemigo, resguardados en los manglares que por lo regular rodean sus cottas, é impiden la entrada en ellas de no ir provisto de guía. Fabrican sus armas, á las que dan buen temple, siendo en algunas el trabajo muy esmerado.

Las conveniencias me impiden proseguir en esta exposición radiante de bellezas, que constituye el Fatal Femenino... Del resto, ya hablaremos más tarde. Todas estas cosas, Teodoro, están más allá de tus veinticinco duros mensuales... Confiesa, al menos, que estas palabras tienen el venerable sello de la verdad. Yo murmuré con las fauces abrasadas: ¡Cierto!

En la sonrisa que contraía sus labios advertíase benevolencia y también un poco de burla, que volvió a desconcertarme. Isabel respondió por . Queremos que trabajes para que Gloria salga del convento. Por confesión de ella misma, tiene deseos de salir. Hay obstáculos que al parecer se lo impiden. Quiero que averigües cuáles son y que los deshagas. ¡Quiero!

¿Tan invencibles son los obstáculos que se lo impiden a usted, mi señor don Recaredo? preguntóle don Simón, en tono compungido y casi con lágrimas en los ojos. No tanto como de ordinario respondió el hidalgo , porque la verdad es que a ninguna elección me he ligado con menos fuerza que a ésta.

A ruegos de Losada, nos enseñó todas las curiosidades artísticas que embellecen su mansión, así como el preciosísimo oratorio en que dice Misa los días que sus achaques ó la inclemencia del tiempo le impiden salir. ¡Qué silencio, qué paz, qué beatitud en aquella morada! Y ¡qué deliciosas vistas las de las habitaciones que ocupa el Dignidad!

Además, ¿por qué ha de ser responsable de su ignorancia, si está confesado por todos, amigos y enemigos, de que su afán de aprender es tan grande, que ya antes de que llegasen los españoles todos sabían leer y escribir, y que como vemos ahora, las más modestas familias hacen enormes sacrificios para que sus hijos puedan ilustrarse un poco, llegando el caso de servir como criados siquiera para aprender el castellano? ¿Cómo se ha de esperar que el país se ilustre en el estado actual, si vemos que cuantos decretos lanza el Gobierno en favor de la instrucción, se encuentran con Pedros Rezios que impiden su cumplimiento, porque tienen en sus manos lo que llaman enseñanza?

Bajo sus sombrías bóvedas, en las profundidades del barranco, la temperatura es siempre fresca, hasta en lo más fuerte del verano; las ramas enlazadas impiden á la húmeda atmósfera su salida hacia el espacio y, gracias al acuoso vapor, los helechos, con sus grandes hojas caídas y los hongos, agrupados fraternalmente en pequeñas asambleas, crecen y prosperan en las orillas.