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Actualizado: 28 de junio de 2025
-Ande, señor gobernador -dijo otro-, que más el miedo que las tablas le impiden el paso; acabe y menéese, que es tarde, y los enemigos crecen, y las voces se aumentan y el peligro carga. Por cuyas persuasiones y vituperios probó el pobre gobernador a moverse, y fue dar consigo en el suelo tan gran golpe, que pensó que se había hecho pedazos.
En primer lugar, cierto señor Darling, tío y tutor de una riquísima americana, actualmente en el castillo de Argicourt, y que parece querer muy bien a nuestro africano, a quien encontró en el curso de un viaje a Argelia, donde les prestó un señalado servicio... Y además... Además el conde de Candore, apasionado de la joven miss y a quien los laureles del capitán Raynal impiden dormir.
Que visten de muzgo y colorado, son muy guerreros, tienen ganados y siembran mucho. Que si los nuestros quisieran ir allá, hallarian mucha oposicion, porque hay muchos indios alzados que lo impiden.
Lo que Mr. Trousseau nos dice en seguida tratando de la medicacion tónica: que «estas analogías genéricas no impiden á cada especie del género, á cada indicacion de la especie, el tener su especificidad y su individualidad;» á lo que nosotros preguntarémos qué ha querido decir con esas fórmulas que afectan ó aparentan tener un rigor científico.
Las comedias de Moratín forman época, y no sin razón, porque á pesar de los motivos, que nos impiden calificarlas de obras maestras, como lo hacen sus admiradores apasionados, salta desde luego á los ojos su gran mérito y su superioridad, cuando se comparan con las demás comedias del mismo período.
-Las misericordias -respondió don Quijote-, sobrina, son las que en este instante ha usado Dios conmigo, a quien, como dije, no las impiden mis pecados. Yo tengo juicio ya, libre y claro, sin las sombras caliginosas de la ignorancia, que sobre él me pusieron mi amarga y continua leyenda de los detestables libros de las caballerías.
Dice así: «Ya ven vuessas mercedes, que los reyes Aguardan allá dentro, y no es posible Entrar todos á ver la gran comedia Que mi autor representa, que alabardas Y lancineques, y frinfrón impiden La entrada á toda gente mosquetera: Mañana en el teatro se hará una, Donde por poco precio verán todos Desde el principio al fin toda la traza, Y verán que no acaba en casamiento, Cosa común y vista cien mil veces, Ni que parió la dama esta jornada, Y en otra tiene el niño ya sus barbas, Y es valiente y feroz, y mata y hiende, Y venga de sus padres cierta injuria, Y al fin viene á ser rey de un cierto reino.
No es, sin duda, nuestro ánimo rebajar en lo más mínimo las admirables bellezas de la dicción calderoniana; en riqueza y osadía, en su número infinito de ingeniosas imágenes y comparaciones oportunas, así como en su versificación más perfecta, supera á cuanto se había escrito en este género en el teatro español; pero se distingue á la par por otras propiedades que nos impiden calificarlo de estilo romántico el mas puro y elevado, atreviéndonos á decir que, si se compara con la manera de escribir de otros dramáticos españoles, esta comparación le perjudica en lugar de favorecerle.
Ni siquiera el egoísmo nacional, a falta de más altos impulsos; ni siquiera el exclusivismo y el orgullo de raza, que son los que transfiguran y engrandecen, en la antigüedad, la prosaica dureza de la vida de Roma, pueden tener vislumbres de idealidad y de hermosura en un pueblo donde la confusión cosmopolita y el atomismo de una mal entendida democracia, impiden la formación de una verdadera conciencia nacional.
Joven, no la conozco dijo . Además, sospecho que existen entre nosotras grandes diferencias de categoría y educación, que nos impiden seguir hablando. Intentó apartarla para que le dejase libre el paso; pero Celinda, irritada por su aire despectivo, levantó el rebenque que llevaba en la diestra. ¡Ah, demonio con faldas!
Palabra del Dia
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