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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Luego imaginaba lo que haría, cuando fuera su esposo para apartarla de la irritada sensualidad de los que hubieran sido sus galanes: La llevaría a un país muy lejano, a alguna ínsula salvaje; o se encerraría con ella en una morada que no tuviese más abertura que el ferrado portón, para no dejarla salir sino muy de mañana a la iglesia más próxima, bajo un manto amplio y espeso que la ocultara todo el rostro y sólo dejase a los demás su sombra pasajera y arrebujada.
Sin saber cómo, de repente, el casamiento y mi marido se me pusieron a cien mil leguas de distancia. Yo no sé explicarlo, no sé explicarlo. En cuanto la conversación se corría del lado de Juanito Santa Cruz, Guillermina se aterraba. Quería apartarla de aquel extremo peligroso, y no sabía cómo llevar a su penitente a un terreno puramente ideal. «Pero su conciencia... eso es lo que quiero saber».
Y pugnaba con la madre por apartarla del ataúd, por obligarla á que entrase en el estudi y no presenciase el terrible momento de la salida, cuando el albat, levantado en hombros, alzase el vuelo con las blancas alas de su mortaja para no volver más. ¡Fill meu!... ¡rey de sa mare! gemía la pobre Teresa. ¡Hijo mío!... ¡rey de su madre! Ya no lo vería más: un beso... otro.
Fernando de Rojas tuvo, o imagina también que tuvo, el propósito de adoctrinar la juventud y de apartarla del vicio.
El mismo Balarán, rodeado de sus más audaces satélites, había llegado donde ella estaba, la había asido de un brazo e intentaba apartarla de aquel sitio para acabar luego con Morsamor y los suyos sin que ella padeciese ni peligrase. No como débil mujer, sino como fiera leona, se resistió Urbási al propósito de Balarán, lanzando contra él enérgicas palabras de odio y desprecio.
Si no se calla le rompo la cara.... Lo mismo me da á mí el grandísimo todo que la grandísima nada y el muy piojoso que la inventó. Déjeme, suélteme, por la condenada alma de su madre, ó....» Entró Rufina otra vez, traída por dos amigas suyas, para apartarla del tristísimo espectáculo de la alcoba. La pobre joven no podía sostenerse.
Esta afición la tengo desde muy niño repuse y nadie puede apartarla de mí porque sobrevive a todas mis alternativas y desgracias. Inés miraba a cada instante el grupo formado por el inglés y Asunción. También doña María volvió allá los ojos, y dijo: Hija, basta ya. No marees al buen lord Gray. Ven a mi lado.
Pero, contra su voluntad y sus esfuerzos para distraerse, no podía apartarla de la imaginación. Después del mediodía, en vez de irse a dormir la siesta a la Mata, como tenía por costumbre, se bajó pian, pianito, al pueblo, sin objeto determinado. Estaba casi desierto. La gente se había marchado al trabajo: la mayoría de las casas cerradas.
No se indigne el autor del monumento por estos cálculos que yo hago sobre la densidad de la chistera campoamorina. O somos realistas, o no lo somos. Uno no puede, a voluntad del artista, fijar su atención en tales detalles y apartarla de tales otros.
Hay una fábula muy antigua que es encantadora, se presta a muchas interpretaciones y se la recomiendo. Narciso se enamoró de su propia imagen; no pudo apartarla de sus ojos; no era posible que llegase a apoderarse de ella y murió víctima de la misma ilusión que le había seducido.
Palabra del Dia
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