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Si no se calla le rompo la cara.... Lo mismo me da á el grandísimo todo que la grandísima nada y el muy piojoso que la inventó. Déjeme, suélteme, por la condenada alma de su madre, ó....» Entró Rufina otra vez, traída por dos amigas suyas, para apartarla del tristísimo espectáculo de la alcoba. La pobre joven no podía sostenerse.

Caballero le dijo, lamento sinceramente que mi obstinación haya llevado las cosas hasta este extremo. La Tompain no vale una gota siquiera de la sangre vertida por su culpa, y hoy mismo rompo con ella, pues no podría verla sin pensar en la desgracia que ha causado. Sois testigo de que he hecho cuanto me ha sido posible, como asimismo estos señores, por devolveros lo perdido.

¡Que es! ¡bacalao! te rompo... ¿pues no son amarillas las naranjas?... ¿y no son cosa rica? Pero naranjas las comes también. Claro, si se las robo a la señoa Jeroma en el puesto.... Pues no es eso. Otro. ¿Na? ¿na?

¡Mon pare!... gritó avanzando hacia la insolente . ¿Mon pare lladre?... Tórnau á repetir y et trenque'ls morros . ¿Mi padre ladrón?... Vuelve á repetirlo y te rompo los morros. Pero no pudo repetirlo la morenilla, porque antes de que llegase á abrir la boca, recibió un puñetazo en ella, al mismo tiempo que Roseta hundía la otra mano en su moño.

Yo quiero puntualizar: Digamos a las cinco. ¿A las cinco? Muy bien. A las cinco... Es decir, de cinco a cinco y media... Uno no es un tren, ¡qué diablo! Supóngase usted que me rompo una pierna... Pues citémonos para las cinco y media propongo yo. Entonces, a mi amigo se le ocurre una idea genial. ¿Por qué no citarnos a la hora del aperitivo? sugiere.

Indignado contra sus compañeros, Marcelo Valdés se puso otra vez de pie y les apostrofó con la cólera de un loco: ¡Sois unos cobardes y unos canallas!... ¡Al primero que diga una palabra a monsieur Jaccotot, le rompo las muelas!...

Al acercársele los robustos legos para obedecer las órdenes del abad, desapareció toda la placidez del novicio, que asió con ambas manos el pesado reclinatorio de roble y levantándolo en alto como una maza, gritó con voz potente: ¡Teneos! ¡Juro por San Jorge que al primero de vosotros que ose tocarme le rompo la cabeza en mil pedazos!

Dejo al Creador por la criatura, destruyo la obra de mi constante voluntad, rompo la imagen de Cristo que estaba en mi pecho, y el hombre nuevo, que a tanta costa había yo formado en , desaparece para que el hombre antiguo renazca. ¿Por qué, en vez de bajar yo hasta el suelo, hasta el siglo, hasta la impureza del mundo, que antes he menospreciado, no se eleva Vd. hasta por virtud de ese mismo amor que me tiene, limpiándole de toda escoria? ¿Por qué no nos amamos entonces sin vergüenza y sin pecado y sin mancha?

Pues así rompo yo una pared si me la ponen entre ella y yo». iv Este símil hubo de impresionar vivamente a la gran doña Lupe, que contempló un rato a su sobrino con más lástima que ira. «Yo me he llevado chascos en mi vida dijo meneando la cabeza como los muñecos que tienen un alambre en el pescuezo ; pero un chasco como este no me lo he llevado nunca.

Después de lo que sabes de la enfermedad de Ana, secreto que Benítez me impuso y que rompo por lo apurado del caso, después de saber que puede sucumbir ante una revelación semejante.... ¿Pero no es peor hacer lo que hace, que saber que yo lo ? ¿Quién te asegura a ti que no me despreciará, que no procurará huir con el otro? ¡Víctor, no seas majadero! El otro... es un zascandil.