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Guy y doña Inés vieron al fin llegado el momento de salir de la casa solariega, echar un vistazo por el mundo, a ver si habían cambiado mucho las cosas y los hombres... No se atrevió el vizconde a exteriorizar su gusto, por temor de que lo dejaran en casa; mas doña Inés, riendo como una loca, no pudo contenerse: ¡Qué suerte!... ¡Luciré todavía ante ese Alfonso XIII o XIV mi precioso vestido blanco con encajes de Inglaterra!

Según hemos llegado a averiguar, Pepita empleó más de una hora en estas faenas de tocador, que habían de sentirse sólo por los efectos. Después se dio el postrer retoque y vistazo al espejo con satisfacción mal disimulada. Y por último, a eso de las nueve y media, tomando una palmatoria, bajó a la sala donde estaba el Niño Jesús.

Con dar un vistazo a los tan socorridos Libros de gobierno de la Sala de Alcaldes, que se conservan en el Archivo Histórico Nacional, habrían echado de ver los mencionados comentadores que en 1596 se mandó que no se hicieran pasteles y cubiletes de a doce maravedís, y de a ocho y de a cuatro; que en 1642 se trató de que no se hicieran pasteles de a ochavo, y que en 1644 mandaron los Alcaldes que no se impidiese la venta de cubiletes de a cuatro cuartos.

Después de echar un vistazo detrás del castillo, se decidió por el patio, limpio de árboles. Colocaría á los contendientes de modo que sus figuras no resaltasen sobre un fondo de pared. Lewis, á pesar de sus prisas, creyó necesario hacer los honores de la casa. «¿Una copa de whisky?...» Como no le habían dado tiempo para prepararse, y él habitaba ahora en Monte-Carlo, su despensa estaba vacía.

Esperaban, lo mismo que las actrices, a que la sala tuviese buen público, y sus doncellas o los hombres de la familia iban del camarote al comedor para echar un vistazo y volver con noticias. Cada familia quería que las otras fuesen por delante, y así dejaban pasar el tiempo sin decidirse. Estaban los pasajeros en el tercer plato, cuando empezaron a presentarse las disfrazadas, todas de golpe.

Poniéndose en lo peor de lo probable, era cosa resuelta ya que viniera Nacho solo a conocer a su familia de España, y a dar, de paso, un vistazo a lo más importante de los Estados Unidos y de Europa. Tal era el proyecto acordado allá, y se realizaría a mediados del verano. También Nacho hablaba de ello a su primita; pero ¿en qué términos?

La dama conoció sus pasos cuando se acercaba a la puerta, y le entró un temblor... luego una vergüenza... ¡Ánimo, mujer! Echó un vistazo en el espejo a su aspecto personal, que era inmejorable, y después de hacerle aguardar un poquito, salió a Embajadores... La emoción debió entorpecerla un poco al saludarle.

Porque es el caso que acababan de aparecer en el salón el comandante don Claudio Fuertes y otras dos personas que, por todas las señales, debían ser don Alejandro Bermúdez y Nieves, o, como dijo a sus colaterales el fiscal, después del primer vistazo a los forasteros y en su manía de poner motes a todo bicho viviente, «el Macedonio con la más guapa de las hijas de Darío».

Mariano gruñía, dando a conocer, con bárbaro modo, su ardiente anhelo de ser sanguijuela. «Ea, bastante se ha charlado dijo el maestro echando un vistazo a la prensa .Palante... Sacadme esos reportes ahora mismo». Y siguió un silencio sólo turbado por los rumores de la actividad taciturna.

Se acercaba al estante con mucha cautela; sacaba una llave, abría el cajón inferior, tomaba un libro, dejaba otro que venía oculto bajo la esclavina, escondía el primero entre sus pliegues y cerraba el cajón. Se acercaba a la mesa, después de respirar fuerte, silbaba la marcha real, y fingía echar un vistazo a los periódicos. ¡Periódicos a él!