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Cuando comenzó el cuarto acto, Ana puso un dedo en la boca y sonriendo a don Álvaro le dijo: ¡Ahora, silencio! Bastante hemos charlado... déjeme usted oír. Es que... no ... si debo despedirme.... No... no... ¿por qué? respondió ella, arrepentida al instante de haberlo dicho. No si estorbaré, si habrá sitio.... Sitio , porque Quintanar está en la bolsa de ustedes... mírele usted.

Mariano gruñía, dando a conocer, con bárbaro modo, su ardiente anhelo de ser sanguijuela. «Ea, bastante se ha charlado dijo el maestro echando un vistazo a la prensa .Palante... Sacadme esos reportes ahora mismo». Y siguió un silencio sólo turbado por los rumores de la actividad taciturna.

Así que manifestó claramente su desabrimiento cuando Villa le dijo que por la tarde había charlado un rato con aquélla a la reja, y que el tema de su conversación había sido él. Yo creo, don Alfredo profirió el mancebo muy amoscado, que no había necesidad de que usted se metiese en cosas que no le importan.

Llegó un día, sin embargo, en que todos pudieron cerciorarse y verlo claramente. Se hallaban reunidos, como de costumbre, en uno de los cuartos de la tienda. Se había bebido y charlado en demasía.

Muchos curiosos pasaban por delante de la casa de don Rudesindo mirando con atención a los balcones, preguntando a los criados que salían, husmeando, en fin, lo que dentro pasaba. Se decía que Ventura estaba muy tranquila, y poco arrepentida de su conducta, que había comido como si tal cosa, y que había charlado y reído toda la tarde, con la esposa del fabricante de sidra.

No pudo contestar; tal fué su emoción. Clementina estaba triste, inquieta. Pero no lo hallaba. Era forzoso resignarse a dejar transcurrir un rato. Los minutos le parecían siglos. Había charlado unos momentos con la marquesa de Alcudia, mas ésta la había dejado en cuanto entró el padre Ortega.

Un Presidente, cuando está por caer, ya no está sobre nadie, y depende de todos. ¡Pobre don Victorino, viejo, pesado, con su humanidad tan densa, tan maciza, rebulléndose para alcanzar su copa! Pero el hombre, como buen gaucho al fin, llegó hasta el mostrador. Don Victorino es de los que han sabido llegar a todas partes. A me es muy simpático. Bueno; ya he charlado bastante.

Preguntéles por mi tío, mas no me dieron noticia alguna de su señoría; y luego que hubimos charlado un poco, me hicieron beber una copa de aguardiente que al punto dio con mi pobre cuerpo en tierra. Durante el periodo más fuerte de mi embriaguez, creo que aquellos tunantes se rieron de cuanto les dio la gana; pero una vez que me serené un poco, salí avergonzadísimo de la taberna.

Todo el club estaba reconcentrado en la sala del baccará. Miguel lamentó que Castro no estuviese en el Sporting. Hubieran charlado como en la tarde que Alicia logró asirse por primera vez á las alas de oro de la Quimera. Tal vez su ausencia era por orden de «la Generala». El también había venido aquí arrastrado por una mujer. Un sordo rumor llegó de la sala de juego.

Después de haber charlado algunos instantes con la familia Belinchón, don Mateo se despide para recorrer todos los palcos, como tenía por costumbre; pero antes dice, dirigiéndose a Cecilia: ¿Cuándo llega? La joven se puso levemente encendida. No decir a usted, don Mateo... Doña Paula sonrió con malicia, y vino en auxilio de su hija.