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Sin tiempo para retroceder, y adivinando que no cabrían los dos en el angosto pasadizo, Gasparón encogiendo el cuerpo se hizo a un lado: llegó el muchacho como un rayo, se desvió mal, sufrió el encontronazo y cayó de bruces, quedando casi fuera del tablón estrecho que formaba el piso suspendido sobre el vacío del patio, y sin lugar a donde asirse.

En no respetando la mente de la ley, todo se puede hacer con la ley en la mano; basta asirse de una palabra ambigua, para contrariar abiertamente todas las miras del legisladorPeligros de la mucha sensibilidad. Los grandes talentos. Los poetas. Hay errores de tanto bulto, hay juicios que llevan tan manifiesto el sello de la pasion, que no alucinan á quien no esté cegado por ella.

Estaba tan seguro de los motivos que la habían inducido á pedirle esta entrevista, que avanzó á su encuentro con un aire galante. ¡Oh, Alicia! dijo, tendiendo á la vez sus dos manos. Pero estas manos se agitaron inútilmente en el vacío, sin encontrar dónde asirse, y al fin cayeron con desaliento. Lubimoff se sintió desconcertado ante la mirada de la mujer.

Vos lo habéis dicho: soy una dama principal: más de lo que podéis creer, y, como habéis supuesto, me encuentro en un gran conflicto. Vuestra voz, aunque quisistéis disimularlo, era un tanto trémula cuando me hablásteis: vuestro brazo, al asirse al mío, temblaba. Acortad el paso y bajad más la voz dijo la dama ; nos siguen. Y vos, cuando os siguen, ¿os detenéis?

Una dama tapada que tenía el mismo aspecto, el mismo andar reposado, grave, gallardo de su majestad. Más aún; de repente, aquella dama se detiene junto á un hombre que estaba parado en una encrucijada y se ase á su brazo y sigue. ¡Oh! no podía ser la reina, no; ¿á qué había de asirse á otro hombre?

Al formularse esta palabra en su cerebro, el corazón le dio un vuelco sin saber por qué. Sintió vagamente que había chocado con algo donde asirse y quedó sumido nuevamente en profunda meditación. No hay que dudarlo. Lo que la ciencia puede darme son las relaciones de las cosas bajo el imperio del tiempo y el espacio. Jamás me dirá su esencia.

Es éste un monstruo, empero provisto de sentidos superiores, el cual tiene dos ojazos de púrpura. Poco movible y verdadero tardígrado, en cambio ve y está armado, pues ostenta en sus sólidas patas uñas muy pronunciadas, que le sirven para asirse en caso de necesidad y sin duda también para pelear.

Estando en esto, entró el Corregidor, y hallando a su mujer y a Preciosa llorosas y encadenadas, quedó suspenso, así de su llanto como de la hermosura; preguntó la causa de aquel sentimiento, y la respuesta que dió Preciosa fué soltar las manos de la Corregidora y asirse de los pies del Corregidor, diciéndole: ¡Señor, misericordia, misericordia! ¡Si mi esposo muere, yo soy muerta! ¡El no tiene culpa; pero si la tiene, déseme a la pena; y si esto no puede ser, a lo menos, entreténgase el pleito en tanto que se procuran y buscan los medios posibles para su remedio; que podrá ser que al que no pecó de malicia le enviase el cielo la salud de gracia.

En efecto, la alcanzó; pero al tocarla con la mano ya no pudo sostenerse él mismo y ambos rodaron envueltos entre las rugientes espumas del agua. Felizmente Nolo no perdió el conocimiento. Cuando llegaron á otro remanso pudo á costa de grandes esfuerzos acercarse á la orilla y asirse de la rama de un árbol, teniendo sujeta á Demetria con la otra mano.

El despertar de una mujer honrada y altiva que sucumbe al impulso funesto de una pasión prohibida es un desolador despertar, pero si raras veces sucede que no se arrepiente de su falta, es todavía más raro que no persevere en ella, porque en primer lugar la caída es tan honda que hácese imposible remontar la pendiente, luego porque ya, el error cometido, perdióse todo, menos el amor; el amor es el único que sobrevive, lo único que resta, y al amor es necesario asirse, como la última tabla que sobrenada en el mar de aquel moral naufragio.