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Actualizado: 9 de septiembre de 2024


Las demás figuras de la cena eran vulgares, su embriaguez no tenía dignidad, ni gracia la libertad de sus posturas.

Dos lágrimas brotaron lentamente de sus ojos y empezaron a deslizarse por sus mejillas. No lo que pasó en . ¿Ni cómo describirlo, aunque lo supiera? Acerqué mis labios a su cara para enjugar el llanto, y se unieron nuestras bocas en un beso. Inefable embriaguez, desmayo fecundo en peligros invadió todo mi ser y el ser de ella. Su cuerpo desfallecía y la sostuve entre mis brazos.

Su embriaguez se recreaba con las más disparatadas magnificencias. Unos hacían correr el vino de todo un tonel para llenar un solo vaso. Otros empleaban como blanco de su revólver las botellas de champaña alineadas en las anaquelerías de los cafés, pagando las roturas al contado. De este viaje guardó Ferragut un sentimiento de orgullo y confianza que le hizo despreciar los peligros.

Este reposo y bienestar explican la constancia y el júbilo con que los hombres se ofrecen al sacrificio». «Es muy grande mi felicidad: sin ilusión alguna de mis sentidos ni pensamiento excesivo en propio, ni alegría egoísta y pueril, puedo decir que llegué al fin, a mi plena naturaleza; y que el honor que en mis paisanos vea, en la naturaleza que nuestro valor nos da derecho, me embriaga la dicha con dulce embriaguez.

Encadenado por los encantos de Deidamia se disfraza de mujer, y vive desconocido de todos, entregado á su amor tranquilamente en la corte de la bella Princesa, hasta que la guerra penetra en esta región pastoril, y despierta su alma de esa embriaguez amorosa al cumplimiento de los deberes más sagrados del hombre.

El duque de Gandía, su esposo, era un señor antiguo, provecto, que se acordaba del emperador continuamente, que no sabía hablar más que del emperador, y que miraba con desprecio á los que no habían nacido en aquella generación de gigantes, en aquella época de gloria, en aquel período de embriaguez de las Españas.

El Magistral también pudo ver a la Regenta y a don Álvaro, casi juntos, aunque mediaba entre ellos la verja. Le tembló el bonete en las manos; necesitó gran esfuerzo para continuar aquella procesión que en aquel instante le pareció ridícula. Mesía no vio ni al Magistral ni a la Regenta, ni a nadie. Estaba medio dormido en pie. Estaba borracho, pero en la embriaguez no era nunca escandaloso.

Luego, al verse solo, sin la dulce embriaguez que parecía invadirle cuando estaba al lado de su novia, volvió á contemplar la realidad tal como era, hostil y repelente. ¿Cómo puede un hombre ganar unos cuantos millones en un año cuando los necesita para casarse con la mujer que ama?... Quiso ver otra vez á Margaret, para que su voluntad adquiriese nuevas fuerzas, pero no pudo encontrarla.

Durante los primeros días ha estado esperando hora tras hora verlo llegar; quizá no se ha dado cuenta de lo que decía en su embriaguez... ¡y él, Martín, será ciertamente el último en recordárselo! Pero pasan los días, unos después de otros, sin que Juan reaparezca; su angustia crece entonces.

Hablaba y pensaba como hablaban y pensaban los demás, y encontrar sus propias ideas, sus propias palabras, era tan imposible como encontrar en un montón de trigo un grano determinado. Sucede a veces que alguien dice algo fuerte, violento, que queda grabado en la memoria de los demás, aunque lo diga en estado de embriaguez o sin reflexionar.

Palabra del Dia

jediael

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