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En el mismo momento que el santo decidió dedicarse á Dios, tembló el suelo y se estremeció toda la casa, quedando esta abertura como recuerdo. Era el demonio que acogía de este modo la resolución del santo. Sería de rabia dijo Aresti con gravedad imperturbable. De rabia y de miedo contestó el hermano con modestia. Tal vez el maligno tembló, adivinando que el santo iba á fundar nuestra Orden.

Rompió la moza a llorar amarguísimamente, y el marqués, requiriendo su escopeta, rechinaba los dientes de cólera, dispuesto ya a hacer alguna barrabasada notable, cuando un nuevo personaje entró en escena. Era Primitivo, salido de un rincón oscuro; diríase que estaba allí oculto hacía rato. Su aparición modificó instantáneamente la actitud de Sabel, que tembló, calló y contuvo sus lágrimas.

Señora exclamó don Juan : os lo juro por el nombre de mi padre, que conservaré sin mancha; por vuestro amor, que guardaré en lo más profundo de mi alma. Y yo os lo juro por mi honra y por la suya, madre mía. ¡Oh! ¡pues entonces, soy la mujer más feliz del mundo! exclamó, dando un grito ahogado por las lágrimas, la duquesa. Pero de repente palideció y tembló.

has salido». «Fui a comprar aquella tela...». «¿Y dónde está?». «¿Que dónde está la tela?... Pues no ...». «Parece que estás en Babia. A ti te pasa algo. Levántate de ese sofá». Pero no se levantaba. Empezó a sospechar la viuda que aquel espíritu estaba perturbado, y tembló. Vinieron a su pensamiento pasadas vergüenzas y desdichas, y se prometió vigilar mucho.

Ramiro sabía harto bien lo que aquello significaba, y tembló por la doncella, ante el pavoroso recurso de la hechicería. Esa misma tarde, paseándose con el Canónigo por la plazuela de la catedral, refiriole Ramiro, por primera vez, su entrada en la casa de los moriscos y el comienzo de su aventura con Aixa, como si todo acabara de suceder.

Ventura se confundió, vaciló, tembló, bajó los ojos admirablemente. Al fin dijo: ¿Cómo quieres que yo lo sepa, Gonzalo? ¡No mientas, Ventura! exclamó con ademán furioso. En el fondo sentía una alegría inmensa, infinita. Te digo la verdad... No lo sabía... Pero sospechaba algo... Por eso me asusté... Cuando entraste, estaba pensando en ir al cuarto de Cecilia, a ver si estaba en él...

Una campanada del reloj del comedor la despertó de aquella somnolencia de fiebre; tembló de frío y a tientas otra vez, el cabello por la espalda, la bata desceñida, y abierta por el pecho, llegó Ana a su tocador; la luz de esperma que se reflejaba en el espejo estaba próxima a extinguirse, se acababa... y Ana se vio como un hermoso fantasma flotante en el fondo obscuro de alcoba que tenía enfrente, en el cristal límpido.

Una mano de Mesía tembló ligeramente sobre el hombro de Vegallana. El Marquesito lo sintió, y vio en el rostro de su amigo grandes esfuerzos por ocultar alegría. Los ojos fríos del dandy se animaron. Chupó el cigarro y arrojó el humo para ocultar con él la expresión de sus emociones. Anduvieron algunos pasos en silencio. ¿Qué has visto ... en ella? ¡Hola, hola! Parece que pica.

Nélida iba a llegar: ¡y quién sabe con qué comentarios de juventud insolente y triunfadora saludaría la belleza de Teri, de un esplendor melancólico, fino y suave, como el de las primeras mañanas de otoño!... Para evitar un sacrilegio llevó sus manos al retrato, ocultándolo entre las ropas del armario. Al hacer esto tembló con una inquietud supersticiosa.

Su voz tembló de cólera al decir esto. Veía á su hijo arrastrando cadenas, recibiendo golpes lo mismo que un esclavo. ¡Ah! ¡no ser ella un hombre, para que la dejasen á solas con el lúgubre histrión de los puntiagudos bigotes que hacía gemir de dolor á tantos millones de mujeres!...