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Actualizado: 6 de septiembre de 2024
La congregación de El santo celo por la salvación de las almas y conversión de los que están en pecado mortal, fué de aquellas instituciones religiosas que dieron una nota gráfica la España negra y á la sociedad supersticiosa de nuestros abuelos, aunque parezca extraño y con cierto orgullo se envanecen algunos autores de que Sevilla fué la primera que la tuvo entre las capitalas de España.
Entre el estupor que tal fenómeno producía algunos pequeñuelos reían locamente y otros lloraban. Una vieja supersticiosa les dijo: «¿No sabéis quién hace este trastorno? Hácenlo los niños muertos que están en el cielo, y los cuales permite Padre Dios, esta noche, que vengan á jugar con los Nacimientos.» Todo aquello tuvo fin, y se sintió otra vez el batir de alas alejándose.
¿Cómo explicar esa espantosa miseria y esa inmobilidad de tantas poblaciones en el seno de vastísimas campiñas de una fertilidad prodigiosa? El aislamiento, los malos ejemplos y las malas instituciones lo explican todo. Los conventos, haciendo de la ociosidad y la mendicidad costumbres venerables á los ojos de la muchedumbre ignorante y supersticiosa, han degradado en todos sentidos á esos pueblos tan favorecidos por la naturaleza en algunas cosas. En cuanto al Gobierno, debo repetir la frase que en otro lugar he emitido. «
Nuestra criada la Iñure, que era muy supersticiosa, me aseguró que el tío Juan no había muerto. ¿Pues dónde está? le pregunté yo. Está lejos de aquí. ¿Y por qué no viene? No puede venir. Pero ¿por qué?
Hace el bien por hacerlo, sencillamente; no hay en sus actos ni un átomo de egoísmo: es una santa mujer: es religiosa sin ser fanática ni supersticiosa. Pasamos el día juntas, me quiere y la quiero mucho. 19 de junio de 1801. Todo el día de hoy he estado reflexionando sobre lo peligroso de las lecturas fútiles.
¿Y seré feliz? dijo Fortunata con expectación supersticiosa, como si le estuvieran echando las cartas. Por de pronto, de lo que yo trato es de que sea usted práctica. ¡Práctica! replicó ella arrugando la nariz con salero, como hacía siempre que afectaba no comprender una cosa y burlarse de ella al mismo tiempo . Práctica, ¿qué quiere decir eso?
¿No oyes? dijo la Nela de improviso, demostrando interés por cosa muy distinta de lo que su amigo decía. ¿Qué? Aquí dentro.... ¡La Trascava!... está hablando. ¡Supersticiosa! El agua no habla, querida Nela. ¿Qué lenguaje ha de saber un chorro de agua? Sólo hay dos cosas que hablan, chiquilla mía; esas dos cosas son la lengua y la conciencia.
La disposicion hecha por don Alfonso X para dar el justo castigo á los judíos que crucificaban á los niños en memoria de la pasion i muerte de Jesucristo, está fundada en las patrañas que entonces corrian en las lenguas de la supersticiosa i novelera plebe.
Lo que algunos dicen de la anacardina es fábula y hablilla que se ha quedado de los Árabes, gente crédula y supersticiosa. Resta ahora explicar los desórdenes que acompañan á una gran memoria quando está junta con poco juicio, y mostrar quán poco estimables son los Autores en quien resplandece solamente aquella potencia.
De-Hinchú debió ser feliz aquellos breves meses, ricos en promesas que no vimos cumplidas. Tenía para su pequeña amiga la misma supersticiosa adoración, aunque no el mismo capricho, que para su dios pagano, de porcelana.
Palabra del Dia
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