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¡Jesús!, qué abominación exclamó con indecible trastorno doña María . ¡Noviazgo!... Presentación, retírate al instante. La muchacha no obedeció. Pues si ha habido noviazgo, y los dos se quieren, y han dado un paseíto juntos, y el señor es un buen militar, a qué andar con farándulas y mojigatería, lo mejor es casarlos y en paz.

Como Elena no podía sospechar el cambio de ideas que se había realizado en Canterac después del duelo, ni tampoco la breve conversación de éste con Watson al marcharse, atribuía dicho trastorno en la actitud del joven á la influencia de Celinda. «Me lo ha tomado otra vez pensó . Esa muchachuela rústica me cierra el único camino que podía seguir. ¡Ay! ¡cómo la odio

Sacó en limpio de esta perorata el Sr. de Cedrón que Doña Francisca Juárez no tenía la cabeza buena; y creyendo que las explicaciones y el contender sobre lo mismo no atenuarían su trastorno, puso punto final en aquel asunto, y se despidió, quedando en volver al día siguiente para el examen de papeles, y la entrega, mediante recibo en regla, de las cantidades devengadas ya por los herederos.

Resolvíase luego la punzada en dolor gravitativo, extendiéndose como un cerco de hierro por todo el cráneo. El trastorno general no se hacía esperar, ansiedad, náuseas, ganas de moverse, a las que seguían inmediatamente ganas más vivas todavía de estarse quieto. Esto no podía ser, y por fin le entraba aquella desazón epiléptica, aquel maldito hormigueo por todo el cuerpo.

El año en que fué escrita esta memoria habia dos de estos Ulmenes, cuya autoridad se extendia desde las costas del Salado hasta la region de los Andes, y con ellos debia entrar en negociacion el Coronel Garcia, que se disponia á pasar á sus tolderias cuando fué arrestado en Moron. Este incidente trastornó sus planes, pero no le quitó el deseo de realizarlos.

El exquisito veneno de Oriente, le trastornó; dominado por una melancolía invencible, pasaba los días sentado, sumido en un largo ensueño sin impulsos, esperando las revelaciones de la Pereza, esa gran amiga de los artistas, que Gautier llamó «la décima musa»; comiendo un huevo crudo cada veinticuatro horas y fumándose algunos días ciento ochenta pipas. Esta situación duró varios meses.

Europa entera parecía humillada bajo su poder; no tenía él más que desear y emprender cualquier cosa, para verla realizada antes de que su misma ambición pudiera apetecer. Mientras fue instrumento divino, nada pudo sostener el curso de sus conquistas, de sus devastaciones, del trastorno general que parecía efectuarse por él, sobre toda la superficie del globo.

La primera vez que lo presenció Fortunata, sintió verdadero terror. Iniciábasele aquel trastorno a Mauricia como se inician las enfermedades, con síntomas leves, pero infalibles, los cuales se van acentuando y recorren después todo el proceso morboso.

Esta le había dado ocasión, sitio, auditorio; había puesto á su servicio un trastorno popular; había dispuesto tolo para él un inmenso grupo de oyentes trastornado y dispuestos á hacer la apoteosis del primer advenedizo. La fortuna había organizado para él una manifestación popular, pronta á improvisar un héroe en cada calle.

El pobre Taboada estaría, sin duda, en aquellos momentos hablando á Olga de sus ilusiones y sus esperanzas, sin sospechar que la muerte le aguardaba en la calle. Debéis mirarlo como persona sagrada que decía el general en voz baja . ¡Únicamente en caso de que escapase!... Se trastornó todo el edificio de suposiciones elevado por mi inducción.