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Lo que le había parecido en el primer momento un envoltorio de ropas contenía una vida, y se negaba á dejarse llevar. Tuvo la certidumbre de que su oído le engañaba, con el trastorno de la emoción, al hacerle oir una voz de mujer; pero al mismo tiempo creyó que Celinda le había reconocido, llamándolo con desesperado lamento: ¡Papá!... ¡papá!...

Una vieja supersticiosa les dijo: «¿No sabéis quién hace este trastorno? Hácenlo los niños muertos que están en el cielo, y á los cuales permite Padre Dios, esta noche, que vengan á jugar con los NacimientosTodo aquello tuvo fin, y se sintió otra vez el batir de alas alejándose.

Estas consideraciones filosóficas que á primera vista nos parecian estar en contradiccion con nuestro juicio, no alteran para nosotros el mundo externo; no causan un trastorno en las ideas que nos formamos de él; solo nos hacen fijar mas la atencion en algunas relaciones que deslindábamos mal; y no nos permiten atribuir á los objetos, mas de lo que tienen en realidad.

Habiendo invadido los prusianos los reinos de Würtemberg y de Bavaria, era bastante natural que su ardor patriótico y el gran trastorno de la invasión hubieran hecho olvidar al coronel la tragedia japonesa que, según me había manifestado, se titulaba Emperador ciego. ¡Pueden ustedes hablarme de los pueblos de sangre gorda!

El bolchevismo vendría a ser algo así como un enorme trastorno gástrico, mientras la mayoría de las sectas políticas representarían deficiencias mentales imposibles de combatir. Cuando el bolchevismo comienza a asomar en un país, parece que los ricos se apresuran a realizar sus fortunas para dilapidarlas alegremente antes de que se las lleve la trampa.

Se fué acercando poco á poco, porque aquella figura se le representaba marchando con pasos enormes. Era el Neptuno de la fuente, que en medio de la obscuridad proyectada por los árboles se le figuraba como otro fantasma. La infeliz tenía muy extraviados los sentidos á causa del terrible trastorno de su espíritu.

Por la noche tales cosas espeluznan manifestó el marica de Sierra guiñando el ojo a los otros. Lo que hay que pensar ahora, Amalia, es lo que se va a hacer con esta niña. La dama se encogió de hombros con indiferencia. Phs... no ... La dejaremos esta noche aquí. Mañana le buscaremos una nodriza que quiera tenerla en su casa... porque en ésta, a la verdad, es un trastorno.

Debía traerle naranjas y flores, ¡muchas flores! El trastorno mental de su crisis la hacía olvidar la penuria del amante. Maltrana no volvió. Transcurrieron varios días sin que el doctor lo encontrase por la mañana en las cercanías de San Carlos. Esta visita había bastado para darle cierta tranquilidad.

Pero, en fin, el hombre que ahí duerme; el hombre enterrado en esa tumba que vamos á ver; ese hombre que queria trastornar el siglo XVIII y el siglo XIX; que los trastornó hasta cierto punto, como una tempestad trastorna la atmósfera; el cautivo de Santa Elena, que habló tantas veces por boca de esas culebrinas, habló tambien más de una vez por boca de la inteligencia; estos cañones anunciaron un pensamiento, y el pensamiento es un conquistador de tan alta estirpe, que hay que perdonarle muchas faltas.

Llamé, y en seguida su voz que me mandaba entrar. ¡Que Dios me perdone si en algún rinconcillo de los más obscuros y remotos de mi corazón, se ocultaba un germen siquiera de inconsciente deseo de hallar en la salud del pobre hombre algún ligero trastorno que justificara en una resolución terminante de no salir de casa «por entonces»!