United States or Guernsey ? Vote for the TOP Country of the Week !


¡Cómo había de ser!... ¿me cree capaz, don Melchor, de volverme con ese hombre?... Pues entonces esté tranquila, Ramona... vaya, no más, ocúpese de sus cosas y no vuelva a hablarme de esto. ¿Me voy... entonces...? , Ramona; vaya no más. Será hasta luego... entonces... ¡cuántas cartas ha recibido!... don Melchor.

Pues yo haré que con tu pena avives, Y tengas el hablar á buena suerte, Pues eres de los nuestros, no te esquives De hablarme y responderme, mira, advierte Que si callas, haré que con tu mengua Sueltes la atada y encogida lengua. Rocia el cuerpo con el agua amarilla, y luego le azota con un azote. Espiritus malignos, no aprovecha?

Me decía, con palabras finas, incomparables, con una suavidad delicada, y como rendida a , que al menos le dejara la dulzura de verme y hablarme por última vez. ¡Ah! ¿Por qué me llamaba así? Fui. Sus ojos estaban húmedos. ¿Había llorado? No ; al verme se rió por largo rato. Esto sucedía en casa de Charito González. supondrás que se reía de júbilo por la idea de que yo desistía del viaje.

Todas las gentes me miraban curiosas, como si quisieran reconocerme, para llamarme por mi nombre. Temerosas de un chasco no se atrevían a hablarme, y se daban por satisfechas con verme de pies a cabeza y examinar mi traje de cortesano. Me pareció que unas a otras se preguntaban al verme: ¿Quién es éste? ¿A qué vendrá? ¡Pobre de que había soñado con un recibimiento caluroso!

Aquella noche, quando me iba á meter en la cama, entráron dos familiares de la inquisicion, acompañados de una ronda bien armada; diéronme un cariñoso abrazo, y me lleváron, sin hablarme palabra, á un calabozo muy fresco, donde habia una esterilla para acostarse, y un soberbio crucifixo.

No me retengas exclamé, y en nombre del Cielo, por lo más sagrado, no me hables nunca de lo que has visto. Siguiome hasta el patio empeñado en hablarme. ¡Calla! le dije, y escapé. Luego que estuve en mi habitación y pude reflexionar tuve un acceso de vergüenza, de desesperación y de locura amorosa que no fue parte a consolarme pero me alivió.

La vida femenil de sus pinturas es tan real, que llega hasta inquietarme, pues me hace presentir que las figuras van a salir del lienzo para hablarme. En el estudio, lleno de tristeza, la mujer y la fiera son tan bellas, que parece tangible su belleza cual si la vida palpitase en ellas. Y a las primeras horas vespertinas, cuando solas están mujer y fiera, los ojos del felino tienen quedas

Y en nuestras conversaciones, a fin de satisfacer mi curiosidad, tuvo la complacencia de hablarme frecuentemente de las cortes europeas que ella conoce tanto, de sus costumbres y hasta de sus secretos. Así, pues, este pequeño ensayo sobre reyes y reinas está hecho con el auxilio de las reminiscencias de aquellas parlas interesantísimas...

«El Sr. de Pez me ha dicho que usted deseaba hablarme. El Sr. de Pez me escribió a Córdoba diciéndome que usted..., parece que asegura...». ¡Cosa rara! También parecía turbada la marquesa. Pero lo que más pasmó y confundió a Isidora fue no ver en la digna señora señales de enternecimiento. «Es usted, según creo dijo esta , una joven que se llama Isidora, hija de un tal Rufete...

Una noche que estábamos sentados aquí después de la comida, y mientras fumaba, se entretuvo en hablarme de mi pobre madre, que murió en unas habitaciones de una obscura calle de Manchester, cuando él estaba ausente en un viaje por la costa occidental de Africa; pero en el correr de la conversación declaró que, si Londres llegaba a conocer alguna vez el origen de sus riquezas, se quedaría asombrado. «Pero añadió es un secreto que tengo la firme intención de llevármelo a la tumba