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Como después de todo el negocio no era de gran entidad, las pérdidas tampoco fueron cuantiosas. A pesar de eso, el duque, que las había llorado como si lo fuesen y no había escaseado a su secretario frases groseras e insultantes, le recordaba a cada instante el asunto.

Viendo á todas llorar, la capitana babae prorrumpió en una carcajada, al par que las decía: Vamos, muchachas, no hay tiempo que perder; mañana llegará á las once. ¡Qué soberano contará en sus crónicas que todo un pueblo ha llorado ante la idea de no verle! Creemos que ninguno.

¡Oh! ¡cuánto he sufrido, cuánto! Ayela anegada en llanto dice con voz amorosa. ¡Jamas he llorado tanto! ¡Jamas con igual espanto tu vuelta esperé afanosa! Y de su cuello colgada, besándole enloquecida, por las lágrimas velada la mirada enamorada, por la pasion encendida y en Ataide encarnizada;

Mi querido huésped pretende casarse con una señora de la familia de Ti-Chin-Fú, continuar la gran influencia que ejercía el Mandarín y substituir, doméstica y socialmente a ese llorado difunto... Para todo eso dispone de la palabra «». Es poco. No pude negar que era poco.

Mientras los otros le explicaban, gesticulando, lo que a él le sonaba a griego, el sueño, la ira, el remordimiento le llenaban de avisperos el cerebro.... Hubiera mordido, pateado y llorado de buena gana. Se le cerraban los ojos, le ardían las orejas, se le doblaban las piernas... «Había caído en un lazo por débil, por imbécil.

Pero, a todo esto, no veía a la hija, y salí a informarme de lo que había sido de ella. ¿Pregunta usted por la señorita Elena?... No si podrá bajar. ¡Ha llorado tanto, la pobre!... Casi tiene fiebre. ¡Pobre joven! ¿Quería mucho a su tía? Ya ve usted... No tenía a nadie más que a ella para querer... puesto que a su padre no lo conoce y su madre y su abuela han muerto.

Es que yo he escarmentado en cabeza ajena.... Mire usté que tengo una amiga, ¡ay, la infeliz las lágrimas que ella ha llorado, las palizas que la ha dado su padre y la estimación que ha perdido por un pícaro de esos que la engañó!... No, hijo, no: pobre nací, y no quiero ser señora á costa de tantos trabajos. Muy bien pensado. Pero, entretanto, usted no despide á su adorador.

¿Cómo, Pepa?... ¿Te has olvidado ya de tus hijos y de tu marido?... Ellos te han buscado de día y de noche... Se les ha dicho que has de haber muerto ahogada en el río y te han hecho un funeral... Te han llorado; todavía andan de luto... Pepa, impasible...

Después, reflexionando sobre este error, me he echado a llorar; pero aun he llorado más amargamente cuando he advertido mis toldos destruidos por el viento, mis arbolitos abatidos por el hacha y la tierra sembrada con sus ramas.

Yo estoy segurísimo de que Rafaela se ha arrepentido después, ha llorado como una Magdalena, ha confesado su culpa, ha hecho penitencia y propósito de la enmienda; pero recelo que ha reincidido más tarde con lastimosa flaqueza.