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Raquel, que solía tener pesadillas penosas, lloraba ahogada por la angustia; pero cuando Adriana se abrazó a ella y consiguió despertarla, por largo rato no pudo substraerse al terror de su sueño. La agitaban ligeros sollozos, y los hermosos ojos empañados por el llanto, miraban sin comprender. Adriana le acariciaba los cabellos, y murmurando palabras de cariño, procuraba apaciguarla.

Me arrojé sobre el desconocido, empujándolo con codos y rodillas; perdió el equilibrio; se agarró desesperadamente al borde de la portezuela, y yo seguí empujándole, pugnando por arrancar sus crispadas manos de aquel asidero para arrojarlo a la vía. Todas las ventajas estaban de mi parte. ¡Por Dios, señorito! gimió con voz ahogada . ¡Señorito, déjeme usted! Soy un hombre de bien.

Vamos, vamos, maese Marner dijo el tabernero, poniéndose de pie entonces con aire resuelto y tomando a Marner por un hombro ; si tenéis que hacer alguna denuncia, hacedla de un modo razonable y demostrad que estáis en vuestro buen sentido; de otro modo nadie os escuchará. Estáis empapado como una rata ahogada. Sentaos, secad vuestra ropa y hablad con franqueza.

El la toma por las dos muñecas, y sacudiéndola le dice con voz ahogada: ¿Pero sabes también que yo no soy más que un miserable, un ser vil y perdido, un borracho, que no sirve para nada? ¡Si me pudieses ver, te daría asco!... Las personas honradas se apartan de ; me he convertido para ellas en un objeto de repulsión... ¿Y te figuras que yo podría amarte?

¿Y qué... tendría yo que hacer? preguntó con voz ahogada, quebrada, debil. Una cosa muy sencilla, repuso Simoun cuyo semblante se iluminó con un rayo de esperanza: como tengo que dirigir el movimiento, no puedo distraerme en ninguna accion.

Todo en su historia pasada le parecía falso y artificial, como la vida que se muestra en los escenarios, pintada y cubierta de oropeles bajo una luz engañosa. Nunca había de volver a ese mundo de ficción. La realidad era lo presente. Al llegar al porche encontró reunidos a los cortejantes, que parecían discutir con voz ahogada. Al verle callaron instantáneamente. ¡Bona nit! Nadie contestó.

Pocos instantes después exhaló Doña Blanca el último suspiro, diciendo con ahogada y sumisa voz: ¡Jesús me valga! El dolor de Clara fué profundo. Silenciosamente lloró la muerte de su madre. Lucía lloró también y trató de mitigar con su afecto el dolor de su amiga.

En su aspecto general, en sus ojeras profundas, era visible el trabajo que se efectuaba en su interior; pero, ¿qué era lo que lo mortificaba? ¿La injusticia de la acusación, o el remordimiento del delito? Cuando Ferpierre le preguntó si persistía en sus declaraciones, si nada tenía que añadir para justificarse, contestó con voz ahogada: No.

En la estación tomé un coche con mi compañera, que temblaba hasta el punto de tener que sostenerla. Y, con voz ahogada, me preguntaba cada dos pasos: ¿Es aquí? Ni siquiera observaba el ruido de las calles, el cruzamiento de coches, ni la agitación de la multitud, absorbida por la idea de su padre, al que no conocía.

Paz, por Dios, no te arriesgues dijo Salomé chillando con horror, como si la inofensiva Clara tuviera un puñal en la mano. Déjala, déjala. ¡La mataría! dijo Paz apretando los puños y ahogada por la cólera. Salomé puso sobre los hombros de Clara el mantón, que al entrar en la casa había traído.