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Actualizado: 5 de junio de 2025
Fíjese bien el honorable Senado en lo que representa el espectáculo antisocial y subversivo que presenció ayer el vecindario de nuestra ciudad. El Hombre-Montaña es un hombre, como lo indica su título.... ¡y, sin embargo, usa pantalones! Una exclamación ahogada de todos los oyentes saludó este descubrimiento.
Ella vendrá enseguida. ¿Y Sol? ¿Dónde está Sol? Dicen que llega. Los jóvenes se precipitan a la puerta. No viene aun. Se está inquieto. Se valsa. Sol viene al fin: viene, sin haberla visto, de llamar al cuarto de Lucía. «¡Voy! ¡Ya estoy!». Así responde Lucía de adentro con una voz ahogada.
Su Majestad se había incorporado en el lecho. Aún tenía puesta la venda. El general avanzó lentamente, con respeto y cortedad. Extendió la mano con el candelero. La luz iluminó de lleno el semblante de D. Carlos, en el cual no resplandecía ningún destello ni aun chispa leve de inteligencia. Zumalacárregui dijo con voz ahogada por la emoción: «Señor»: y se inclinó. Parecía un pino que se dobla.
»Adivinando yo su intención, en cuanto comenzó a hablar, la miré fijamente clavando mis ojos en los suyos, que acabaron por bajar su mirada, mientras su rostro se teñía de vivo carmín. Cuando volvió a alzar la vista, arrojose llorando en mis brazos y yo la estreché contra mi pecho. » ¡Tío! ¡tío! exclamó con voz ahogada por los sollozos. No tengo yo la culpa, se lo juro.
Una idea fija embargaba la razón del desgraciado anciano. Se incorporó débilmente sobre el piso y gritó a Graciana, con voz ahogada y angustiosa, pero nadie le respondió.
Palabra del Dia
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