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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Grande es mi deseo de contestar dignamente a dicho discurso; pero ni la premura del tiempo, ni las dolencias y graves disgustos, que en estos días me han aquejado, ni mi falta de serenidad y de paz interior, habrían de consentirlo, aunque la pobreza de mi erudición y la cortedad de mi entendimiento no lo estorbasen.
Voy a dos pasos de aquí me respondió con un poco de cortedad, a hacer una visita. Y nombró a la persona a cuya casa iba. Que sea o no recibida añadió, separémonos. Es bueno que no se nos vea juntos. No hay nada de insolente en sus procederes. Ha hecho usted tales locuras que en lo sucesivo me corresponde a mí el ser prudente. La dejo a usted dije saludándola.
Con esto apresuró Berenguer su partida, y embarcó la gente, pero al tiempo que quiso salir, Don Sancho mudó de parecer, olvidado de la palabra que poco antes habia dado, y faltando á su mismo honor, y reputacion; cosa que causó en todos novedad, ver en tan poca distancia tomar tan diversas y encontradas resoluciones, sin haberse podido ofrecer por la cortedad del tiempo nuevos accidentes, que le pudieran obligar.
Después, dirigiéndose a Elena, que estaba escuchando con profunda atención, le preguntó: ¿Qué comprendes tú de todo esto, hija mía? Bajo la transparencia de su piel corrió la llama de rubor. La muchacha bajó los ojos sin responder; pero su cortedad divertía a Lacante, que insistió: Vamos a ver, dinos lo que piensas.
Fortunata no apartaba los ojos de la ropa que estaba repasando. «Comprendo expuso la señora con acento parlamentario , que tengas cortedad para confesarme ciertas cosas, y por mi parte, te soy franca: no te tengo yo por peor de lo que eres; no creo, como podrían creerlo otras personas, que tu debilidad es interesada, y que quieres a ese hombre porque es rico, y que no lo querrías si fuese pobre.
Un recuerdo del corso de las flores, en la última temporada que pasamos en Buenos-Aires... aclaró Coca, afectando cortedad. ¿Regalo de quién?... ¡Oh, no suponga usted nada!... De un buen amigo y compañero de armas de mi hermano Ignacio... el capitán Pérez...
Los primeros días me inspirabas verdadero terror, y me pasaba las horas pensando cómo había de entrar y qué cosas había de decir, y discurriendo alguna triquiñuela para hacer menos ridícula mi cortedad... Dígase lo que se quiera, hija, aquella educación no era buena. Hoy no se puede criar a los hijos de esa manera. Yo ¡qué quieres que te diga!, creo que en lo esencial Juanito no ha de faltarnos.
Con angustioso afán buscaba el infeliz medios de existencia, aunque fueran de los menos lucrativos; pero la cortedad de sus talentos dificultaba más lo que en todos los casos es difícil. Tanto revolvió, que al fin pudo encontrar algunos empleíllos, indignos ciertamente de su anterior posición, pero que le permitieron vivir algún tiempo sin rebajarse.
Luego sintió nostalgia y cierta cortedad al verse arriba, en el comedor, sentada á una mesa enorme, teniendo enfrente á su nieta, y más allá á un criado ceremonioso que tampoco le era simpático. Admiraba los manjares, reconociendo que nunca había comido tan bien, pero sentía un vivo deseo de terminar cuanto antes. Miró el reloj de la chimenea. Eran cerca de las ocho. No tengas prisa, abuelita.
No puso dependientes, porque la cortedad del negocio no lo consentía; pero su tertulia fue la más animada y dicharachera de todo el barrio. Y ved aquí el secreto de lo poco que dio de sí el establecimiento, y la justificación de los vaticinios de D. Bonifacio.
Palabra del Dia
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