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» Es que creo que para ser completamente dichosos, deberíamos estar solos los dos; creo que el amor es una flor delicada y pura, que con la presencia de un tercero se agosta y se marchita, y que para vivir confundidos en una sola alma y en un solo pensamiento no deberíamos ser tres... » ¿Qué quieres decir, Amaury? » ¿No me comprendes, Magdalena?...

El... el... el... melancólico suceso que precipitó nuestra felicidad, la misteriosa Providencia que te libertó, libertó también a la niña. ¿Comprendes? Libertó a la niña. En el momento de morir Galba, el parentesco que por él te unía desapareció también. La cosa es clara como la luz. ¿De quién es la niña? ¿De Galba? Este ha muerto y la niña no puede pertenecer a un muerto.

De los dos. Cuando no te tengo al lado soy dueño de , pienso fríamente, y recordándote, siento un placer grandísimo... y tranquilo... vamos, como gozara sólo con el entendimiento, como si en vez de ser hombre fuese un ser maravilloso incapaz de... ¿Comprendes?... Se me figura que . Bueno; pero luego, en cuanto me acerco a ti, ¡adiós frialdad!

"¿Y este muchacho, pensaba Adriana, este muchacho tan elegantón y tan absolutamente seguro de mismo escribía las cartas divinas que dice Camucha? ¿Es posible concebirle protagonista de la novela de amor interrumpida por Zoraida?" Echó involuntariamente una ojeada a Laura, y en el fondo de su dulce y noble mirada, leyó en seguida: "¿Comprendes, ahora, que no podría volver a quererle?"

No, no; quiero que me digas primero si has de concedérmela. Mientras no sepa de qué se trata, no te lo puedo decir. Ya comprendes que si es una cosa que no deba concederte... Pues bien, te lo diré; dame un zapatito tuyo. ¡Ave María Purísima! ¿Y para qué quieres eso?

Aunque me ames, Miguel, tengo la seguridad de que no sientes por la admiración respetuosa, el entusiasmo que sentías el día de Carnaval echado a mis pies en el carruaje... ¿Comprendes ahora mi tristeza y mis lágrimas? Miguel comprendió que era necesario estar de acuerdo con la generala, aunque fuese por breves instantes. Bajó la cabeza y quedó pensativo y triste.

»Y yo no creo, Pepita, que haya un tormento mayor que éste. Nos pueden robar nuestra hacienda, nos pueden robar la capa y el gabán, ¡pero robarnos nuestro espíritu! ¿Comprendes , Pepita, que haya una cosa más terrible que ésta? »Ahora son las dos; todo está en silencio.

En cierto paraje del camino donde había tres enormes piedras blanquecinas y carcomidas que parecían huesos de gigantescos animales, el doctor se sentó, y poniendo delante de en pie a la Nela, como quien va a pedir cuentas de travesuras graves, tomole ambas manos y seriamente le dijo: ¿Qué ibas a hacer allí? ¿Yo... dónde? Allí. Bien comprendes lo que quiero decirte.

La botica no me ocupa ningún tiempo, porque tengo al frente de ella a un pobre muchacho que acaba de hacerse farmacéutico y al cual se la pienso dejar cuando me muera... Si no me voy a los sermones y no me entretengo en proteger a algunos pobrecillos, ¿qué quieres que haga yo de ?... ¿No comprendes que me moriría de aburrimiento? Sin embargo, los actos en no dejan de tener mérito.

Hija de mi alma contestó el tacaño bajando la voz y poniendo una cara muy compungida, no comprendes lo que es un buen rasgo de caridad, de humanidad.... ¿Preguntas por la capa? Ahí te quiero ver.... Pues se la he dado á un pobre viejo, casi desnudo y muerto de frío. Yo soy así: no ando con bromas cuando me compadezco del pobre.