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Actualizado: 2 de junio de 2025
Pero Polidora, muy ofendida y roja de indignación, declaró secamente que lo que no estaba bien para la señorita no lo estaba para ella y que, por otra parte, no tenía afición ninguna a visitar perdidas. ¿Comprendes a la joven y dulce virtud de Polidora temblando por su pureza?
Sí..., doña Jesualda..., don Pedro, casa vieja..., el administrador conocido... Chico... mañana iremos juntas. Cristeta. Berlina..., tu marido. Los sitios convenidos de antemano... ¿Comprendes? Inés. Hablarán ustedes. La conversación se prolongó mucho, y al final hablaron un poco más alto, refiriéndose a lo anteriormente dicho. Inés. Todo se arreglará. Cristeta. Convéncele tú. Inés.
Mira, observa, reflexiona, hasta dónde han llevado tus calaveradas a tu familia infeliz: ¡a humillarse a los Esteven! ¡a solicitar, de rodillas, su favor para salvarte! porque, no lo dudes: el medio supremo, a que se refería tiíta Silda, y que ella misma no consideraba infalible la desgraciada, era ése: recurrir al odiado pariente... ¡ah! ¡qué corazón tan grande el de tiíta! y por lo que dice Agapo, el recurso ha fracasado, y a los Vargas han dado los Esteven una vez más con la punta de la bota... ¿ves? te imaginas... no es posible, pues no eres dueño de tu razón... pero, si pudieras imaginar cómo están en tu casa esos viejos que has deshonrado, y que llamas queridos, falsamente, mentirosamente, porque si verdad fuera, no habrías hecho lo que has hecho; y tú dudando todavía, vacilando cobardemente; no te hagas ilusiones; en tu casa no puedes presentarte ya, y ahora menos que antes, ahora que sabes toda la extensión de tu falta; los umbrales aquellos no puedes pasarlos sino muerto, en expiación... ¡Estás creyendo que bastaría con echarte a los pies de tu padre! ¿y tendrías valor? ¿no comprendes que si no te rechazaba, sería por compasión y por lástima? ¡convéncete! no eres un segundo Agapo en la familia; eres un Quilito, y este nombre está por debajo del otro... ¡vete, huye, y cumple con tu deber!
EUMORFO. ¿Quién es más dueño del mundo, la emperatriz Pulqueria que le gobierna, o tú que le comprendes? PROCLO. Yo, que le comprendo. Aunque Pulqueria poseyese, no ya sólo este planeta que habitamos, sino todos los demás planetas, y los astros, y los cielos, no poseería más que un burdo remedo del Universo, tal como el Demiurgo le contempla en el Paradigma, antes de sacar la copia o el traslado.
En resumen, me parece que tienes muy poca consideración por tu vieja y fiel esposa; pero ¿qué era lo que quería decir? Sí, en cuanto a mis planes, me harás el servicio de no mezclarte en ellos, por que no los comprendes. ¿Tienes siquiera una idea de todo lo que he hecho ya por ese bribón de Roberto? Correr y viajar de un lado a otro, hacer visitas, escribir cartas, y sabe Dios cuántas otras cosas.
Y acercándose a él y metiéndole la voz por el oído, comenzó a decirle: ¿No comprendes, mentecato, que Miguel no es hijo mío?... Si lo fuese le pegaría como a ti... Pero tú eres mayor qué él, y estás en tu casa... Debieras dar ejemplo... ¡A quién se le ocurren sino a ti esas cosas, majadero!... Eres capaz tú solo de revolver esta casa y todas las de Madrid... ¿Es eso lo que te enseña el maestro en la escuela? ¿Di, gaznápiro, di?...
Ferpierre volvió con mayor interés a la lectura del diario: «Hoy me ha dicho estas mismas palabras que copio, sin cambiar nada en ellas: «¿De modo que tú crees que el amor es inmortal? ¿No comprendes que un día cesarás de amarme, que ya no me amas como antes?
Las apariencias me condenan. Yo me resigno y perdono a los que me acusan. Perdónalos tú también, pero no los creas. Tú, que me conoces de toda la vida; tú, que sabes con qué pureza de afecto, con qué ternura de hermana te he querido y te quiero aún, no debes, no puedes creer esas infamias; pues qué, ¿no comprendes que yo soy capaz de querer a don Paco por el mismo estilo que a ti te quiero?
Cállate dijo Marcos con acritud ; Hullin las compra, y su palabra basta. Después, tendiéndole la ancha mano de un modo afectuoso, añadió: Juan Claudio, aquí está mi mano; la pólvora y el plomo son tuyos; pero quiero gastar la parte que me corresponde, ¿comprendes? Sí, Marcos; pienso pagarte en seguida. Pagará dijo Haxe Baizel , ¿lo oyes? ¡Bah! ¡No soy sordo!
¿Pero qué te importa la tal Juana Baud? dijo en tono do enfado Maugirón. ¡Es inaudito lo simple que estás esta noche! No comprendes, Maugirón, contestó gravemente Tragomer. Algún día te daré explicaciones y te quedarás asombrado. En ese caso, viejo Frecourt, sigue con tu historia, puesto que parece que es palpitante. Y Maugirón se puso á fumar con aire de mal humor.
Palabra del Dia
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