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eres un espíritu superior, y ciertas preocupaciones no te conmueven. No dudes de que ha muerto. Vi su cadáver en una mesa de la clase de disección. ¡Ah, la Suerte! La diosa malvada y caprichosa!... ¡Hasta el último momento jugueteaba con él! Terminaba el invierno. La tarde parecía de primavera, con su cielo azul y límpido y su sol de dulce tibieza.

RAZONTE. Más humana ¡oh cruel Elena! fuiste antes conmigo; antes no preferías á Héctor. BEATRIZ. ¡Cielos! ¿qué oigo? CARLINO. ¡No dudes ya; éste es Paris, en cuerpo y alma! BEATRIZ. Paris, amante mío, ¿eres verdaderamente? ¡! ¡Ya te reconozco! ¿Por qué me has tenido engañada tanto tiempo? RAZONTE. Para espiarte tranquilo.

Como el medio día vence al albor de la mañana, tu beldad de hoy vence a la beldad con que hace quince años resplandeciste en Atenas. No dudo que tu alma se habrá mejorado y hermoseado también. ASCLEPIGENIA. No lo dudes. También mi alma se ha mejorado y hermoseado. PROCLO. Sea mil veces enhorabuena. ¿Y de quién es tu alma? ASCLEPIGENIA. En su unidad es del Uno.

Mamá preguntó Ramón divagando todavía con los pensamientos delirantes de su enfermedad ¿quién habrá puesto ahí esas flores tan temprano?... ¿No podría ser el hada madrina?... No, hijo mío. Esas flores las puso la madre de Lita, que estuvo aquí antes que nosotros; no lo dudes. ¿Cómo lo sabes? Porque soy tu madre. Ramón se arrodilló, se persignó y dejó sus rosas blancas junto a las otras flores.

Si consiguieses dar aliento y ayuda a los brahmanes, vencer con ellos el Islam y restablecer en toda su amplitud el influjo y el imperio de casta tan inteligente, no lo dudes, los brahmanes, agradecidos, te reconocerían por nuevo y resplandeciente avatar y harían que por tan alto carácter, todos los indios te reverenciasen y temiesen.

»Ya lo oyes la dije, acercando más todavía mi cara a la, suya , y si he de volver pronto... Conque ánimo, que Dios, aunque aprieta, nunca ahoga... En cuanto vuelva, dentro de una hora lo más, te informaré de todo lo que me haya ocurrido... Será bueno para ti..., para las dos, no lo dudes.

Todo se vuelve apetecer y rabiar... Hay aquí dentro un fuego que no le deja a uno sosiego... Pero cuando vienen los años y cesa el calor amante y se queda uno fresco como una lechuga, entonces, ¡en grande, mi queridín!... Mira, si me dijesen ahora: «Feliciano, ¿quieres volverte a los veinte años?» ¡Ca! a otro perro con ese hueso. La gran edad del hombre, los cincuenta años. No lo dudes, Gonzalín.

Cuando éste avanzó la cabeza, sólo pudo ver unos bultos que se ocultaban en un sendero lateral. Eran ellos, no lo dudes continuó la duquesa, riendo . Marchaban por en medio de la avenida. Esa Valeria es muy lista; se ha vuelto al oir el ruido de un coche, reconociéndome al instante. Se llevó al sabio como si lo arrastrase. Cesó de reir, adquiriendo su rostro una gravedad melancólica.

Rióse Roger de los fantásticos conocimientos canónicos del veterano, á quien preguntó si la valiente Guardia Blanca había llegado en efecto hasta Avignón y doblado la rodilla ante el sucesor de San Pedro. No lo dudes, chiquillo, contestó Simón. Dos veces he visto yo al Papa Urbano con mis propios ojos.

-Eso pido, y barras derechas -dijo Sancho-; a eso me atengo, porque todo, al pie de la letra, ha de suceder por vuestra merced, llamándose el Caballero de la Triste Figura. -No lo dudes, Sancho -replicó don Quijote-, porque del mesmo y por los mesmos pasos que esto he contado suben y han subido los caballeros andantes a ser reyes y emperadores.