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Actualizado: 3 de junio de 2025


Y ahora Raquel dormía, la pobre Raquel que no olvidaba, ciertamente, la perversidad de Adriana, y que no había vuelto a hablarla desde la ocasión del penoso diálogo en casa de su tío. Ahuyentando esta idea penosa, siguió divagando; algunas frases de Julio que tornaban murmurando a sus oídos, le hacían el efecto de una pura y permanente adoración.

Acusaba al droguero de haberle vendido arsénico falsificado. En su dolor, descuidaba el servicio y se consolaba divagando alrededor de la villa. El objeto de sus paseos era siempre aquella linda propiedad de la cual había sido el dueño en esperanza. A fuerza de contemplarla la conocía hasta en sus menores detalles, como si se hubiese criado en ella.

Se detuvo, no porque había agotado sus argumentos que los elegía en un arsenal inagotable como si se calmara de súbito por una reacción instantánea sobre mismo. Nada igualaba en Oliverio al temor de parecer ridículo, al cuidado que poseía en no decir mucho o demasiado poco, al sentido riguroso de la medida. Escuchándose advirtió que hacía un cuarto de hora que estaba divagando.

Mas las piernas, temblando, se negaron. Los árboles, las rocas, las hierbas altas, todo el horizonte comenzó a girar en torno mío como un disco muy rápido. Resplandores sanguíneos vibraban delante de mis ojos, y me sentí caído desde muy alto, divagando a la manera de una pluma que desciende.

Y divagando y haciendo risueños cálculos, llegó la hora en que el estómago empezó a indicarle que no se vive sólo de ilusiones. Problema: ¿dónde comería? La idea de meterse en un restaurant de los buenos fue prontamente desechada. Imposible presentarse hecho un tipo. ¿Iría, siguiendo la rutina de sus tiempos miserables, al figón de Boto? ¡Oh, no!... Siempre le habían visto allí teñido.

Al arma un dia se toca: alborotados A todos los vereis, porque asomaban El piloto mayor y los soldados, Que la nave sin guarda la dejaban. A todos los vereis amedrentados, Las damas y doncellas lamentaban, Los hombres desmayados, suspirando Andaban por la plaza divagando.

Con la larga constumbre de ir divagando, nunca edificaron casas, ni fundaron posesiones en la campaña, y en las fronteras de enemigos tenian su habitacion y el sustento de sus personas y familias: despojos de Sarracenos, en cuyo daño perpetuamente sacrificaban las vidas, sin otra arte ni oficio mas que servir pagados en la guerra, y cuando faltaban las que sus Reyes hacian, con cabezas y caudillos particulares corrian las fronteras, de donde vinieron á llamar los antiguos el ir á las correrias, ir en almugaveria.

Arreglole el descompuesto traje, y le puso a los pies un taburete, estirándole la bata de manera que se los tapase. Lucía seguía inmóvil, murmurando palabras en voz baja, divagando un poco aún, pero ya con más ilación, y discurso más claro.

Después de andar divagando por estos espacios con las alas de su imaginación, de amiga en amiga, de conocida en conocida, pesando y midiendo los actos y las palabras, la vida y milagros de cada una de ellas, y cuando vio que , entre tantas, eran muy contadas las que tenían el desparpajo de Sagrario para descubrir los repliegues de la conciencia y los escondrijos del corazón, eran todavía menos las que no cabían en los moldes trazados por la desenvuelta rubia, pensó en el consejo que ésta le había dado por despedida. ¡Demonio con el consejo!

El que esto escribe posee un sillón mecedor que usó Hawthorne, y del que casi hizo desaparecer los brazos con un cortaplumas mientras estaba en el colegio ó estudiando sus lecciones, ó divagando con la imaginación por los espacios. En Febrero de 1850 fué terminada La Letra Escarlata, pero no se publicó hasta el mes de Abril; y aunque el editor, que era el Sr.

Palabra del Dia

consolándole

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