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Rióse Roger de los fantásticos conocimientos canónicos del veterano, á quien preguntó si la valiente Guardia Blanca había llegado en efecto hasta Avignón y doblado la rodilla ante el sucesor de San Pedro. No lo dudes, chiquillo, contestó Simón. Dos veces he visto yo al Papa Urbano con mis propios ojos.

En el siglo pasado, fué la isla de Rota testigo de una grandísima calamidad, que sumió á todos los habitantes en una profunda consternación. En los libros canónicos de la isla de Rota y garantida por la firma de un virtuoso recoleto, se registra un acta en que se consigna que sobre la isla se desarrolló un horroroso fenómeno marítimo.

Hojeando los libros canónicos de defunciones de aquel pueblo, correspondientes á los meses de Abril y Mayo del año 1772, y fijándose en las páginas que empiezan en el asiento 28, se verá el tristísimo cuadro de las más encarnizadas hecatombes que registra la historia de la viruela.

El ánimo de aquellos honrados sacerdotes estaba gastado por el roce continuo de los cánticos canónicos, como la mayor parte de los roquetes, mucetas y capas de que se despojaban para recobrar el manteo. Se notaba en el cabildo de Vetusta lo que es ordinario en muchas corporaciones: algunos señores prebendados no se hablaban; otros no se saludaban siquiera.

Al abandonar aquellas hirvientes aguas las bautizamos gravando en el añoso tronco de un árbol con la punta del bolo, Laguna de las lágrimas. De la Laguna de las lágrimas á Manito, solo hay 3 millas. Este pueblecito es el último de los que forman el partido de Sorsogon. Tiene 1.719 almas tributando 801. Se inscribieron en los libros canónicos 46 bautizos, 8 casamientos y 19 defunciones.

El discurso fué pronunciado 330 años antes de Cristo; y el pergamino de que hablamos es del siglo V de nuestra Era. Hay, por último, dos antífonas del siglo IV, y pedazos de las Escrituras Sagradas y de varios Evangelios no canónicos. La conquista de Egipto por los árabes, en 642, fué para el pueblo conquistado una felicidad, aunque efímera.

Este camino puede hacerse en tres á cuatro horas. Gumaca. Su antigüedad. Su situación. Águilas imperiales. Castillos de Santa María, San Diego, San Sebastián y San Miguel. Estadística. Saqueo, incendio y peste. Libros canónicos. Reminiscencias valencianas. Una velada en las ruinas. Recuerdo glorioso. Productos. De Gumaca á Atimonan. Una madera incorruptible y un hongo fosforescente.

El legítimo obispo de Córdoba, Valencio, y el asidonense, Miro, pronunciaron en nombre de todos los prelados fieles la inocencia del abad: Servando y Hostegesio resentidos, maquinaron la deposicion de Valencio; sugirieron al rey que no podia haber paz mientras aquel no fuese depuesto, protestando que era la causa de todas las inquietudes y trastornos; decretóse lo que pedian, que era la celebracion de uno de aquellos conciliábulos no raros en tan infelices tiempos, y juntando precipitadamente unos cuantos obispos y clérigos de la faccion de la corte, lograron que pronunciasen sentencia de deposicion contra Valencio, poniendo en su lugar, con infraccion de todos los requisitos canónicos, á Esteban Flacco, persona de su confianza, cuya residencia establecieron en la iglesia de S. Acisclo por no atreverse á consumar su obra echando á Valencio de la catedral.