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La tisis, la viruela, vómitos que duran seis meses, úlceras, lepra, un gusano que llaman richta, que roe a las personas, y para extirparlo se... Basta, Reina, basta. Déjanos almorzar tranquilos. ¿Qué queréis tío? La Tartaria me atrae. ¿Y a vos? pregunté al barón. Lo que decís de ella, no es muy halagüeño. Para los que no tienen sangre en las venas respondí despreciativamente.

En el caso concreto de la vacuna, la mayoría del vecindario parece considerarla como una tiranía, y si se considera que la vacuna es la tiranía, no se está muy lejos de creer que la viruela sea la libertad. ¿Lo es, en efecto? Desde el punto de vista de los microbios, no cabe la menor duda; pero, desde nuestro punto de vista, la cosa es ya bastante más discutible.

Pues entonces, continuó el músico, me alegro de que vuestro tratamiento no sea muy conocido, porque para mi santiguada que la viruela y la peste son las mejores amigas del pobre en Inglaterra. ¿Cómo es eso, amigo? preguntó Tristán. Escanciad un poco de cerveza de vuestro jarro en este cubilete y os lo diré.

Los había de ojos picarescos e insolentes, que miraban con fijeza agresiva; otros tenían el cuello ondulado por las cicatrices de la escrófula, o la nariz y las mejillas roídas por la viruela. Manteníanse rígidos, las manos pegadas a las piernas, sacando el vientre, con el bullón de la camisa lleno de objetos y papeles que les servían de juguetes.

Esa misma tarde salimos de casa, instalándonos en la única que pudimos hallar con tanta premura, una vieja quinta de los alrededores. Una hermana de mamá, que había tenido viruela en su niñez, quedó al lado de Inés. Seguramente en los primeros días mamá pasó crueles angustias por sus hijos que habían besado a la virolenta.

Las verrugas ceden mejor al causticum, y el prúrigo reclama este mismo ó el mercurio. Debemos indicar la utilidad del causticum en la viruela en union con el mercurio corrosivo.

En medio de las mayores tribulaciones, conservaba el humor jovial, los chascarrillos, las grotescas salidas de payaso á las cuales daba realce su cara espantosamente fea, surcada de costurones causados por la viruela. Tampoco le abandonaba su genio filosófico, inclinado á buscar las causas de todos los efectos y escudriñar las ocultas relaciones de las cosas. Su fuerte era la dialéctica.

Es el caso de dos personas que se opusieran al alumbrado de petróleo, una en nombre de la luz eléctrica y otra en nombre del candil. Los vecinos de Croydon, con una urbanización excelente, creen que deben prescindir de la vacuna. «En vez de vacunarnos dicen dennos ustedes más agua y más aireAquí, en cambio, la alternativa es trágica: o vacuna o viruela.

Por mi parte, considero la viruela como una verdadera imposición de que han venido haciéndonos víctimas nuestros gobiernos. La viruela tenía en España el mismo carácter obligatorio que ahora tiene la vacuna, y nadie protestaba contra ella. Las gentes se resignaban a padecerla como se resignaban a padecer el tifus y el caciquismo.

Fernandito, creyéndose en posesión de un talismán precioso, corrió a dar la noticia a su cara esposa Currita, dispuesto a pasar por agua todos los jamones de su despensa, todas las cacerolas de su cocina y todos los pinches de ella, con el cocinero a la cabeza. ¿Y por qué no?... Días antes relataba un periódico que el emperador de Birmania había mandado enterrar vivas a setecientas personas para aplacar los espíritus diabólicos que habían esparcido por sus Estados la viruela negra. ¿Por qué no había él de hervir a un cocinero y tres pinches para librar de la trichina a su persona y a la de sus deudos y amigos?