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Actualizado: 2 de junio de 2025


No se oponía todo ello a que Fray Juan, reservando la gravedad solemne para sus futuras predicaciones, fuese por lo pronto jocoso y alegre como unas sonajas, inclinado a cuidarse y a tratarse bien para sufrir más tarde las fatigas del apostolado, y harto propenso a contar chascarrillos y a decir chirigotas, que no siempre despuntaban por su urbanidad y delicadeza.

Era alegre, valiente, aficionado a cuentos y chascarrillos, donde siempre jugaba papel principalísimo algún cura o monja. No pronunciaba bien las erres. Don Jaime Marín, propietario de cuatrocientas fanegas de pan, que con la contribución equivalían a unas seis mil pesetas, sería un gran calavera, un licencioso, un monstruo de corrupción si no tuviese por mujer a doña Brígida.

A los diez parecía su íntimo amigo, departía con ellos familiarmente y hacía reír a la hermosa chula con la batería de chascarrillos y donaires que tenía reservados para las hijas del pueblo. Mientras tanto el semblante de nuestro buen amigo Mario expresaba una muda y profunda desesperación que causaba pena. Romadonga era capaz de pasarse toda la noche hablando con la chula.

Le estoy oyendo a usted, doctor, y parece que me hacen cosquillas, ¡qué arsenal más variado de chascarrillos tiene usted! ¿de dónde saca usted tanto chiste y tanta memoria? Porque la verdad es que se necesita memoria... ¡vaya si se necesita! ¡siempre tan oportuno este querido doctor! Y los dos se reían y no quedaban serios, sino cuando llegaban al inciso negocios y demás ítemes correspondientes.

Muy al contrario, la cara del general Castaños no causaba espanto a nadie, aunque respeto, pues los chascarrillos y las ingeniosas ocurrencias que le eran propias las guardaba para las intimidades de su tienda. Montaba airosamente a caballo, y en sus modales y apostura había aquella gracia cortés y urbana que tan común ha sido a nuestros Césares y Pompeyos.

El médico, que era aragonés, les fue contando una serie de chascarrillos baturros y el capitán, nacido en Málaga, correspondió con buen golpe de timos andaluces. Al llegar a la posesión la gran puerta enrejada de hierro estaba abierta y un criado al pie de ella esperándoles. Les dijo que los otros señores ya estaban dentro. Hechos los saludos de rúbrica los testigos conferenciaron brevemente.

El Magistral reanimó también el espíritu de la escuela con chascarrillos morales y apólogos joco-místicos. Las muchachas se morían de risa, se retorcían en los bancos, y dejaban ver a los profanos y a los catequistas, relámpagos de blancura debajo de las faldas que movían indiscretas, sin pensar en ello muchas, algunas sin pensar en otra cosa.

Pues yo me pasaba las horas muertas reproduciendo en mi memoria aquellos días.... ¡Cuántas veces me acordó de la pobre Doña Fermina tu madre! ¡Era tan buena!... ¿No se ponía a hacer media sentada junto a una puerta que hay a mano derecha como entramos en el patio? , . Y me parece ver al Padre Respaldiza, contando chascarrillos, y a aquella Doña Perpetua que vivió más de cien años.

¿Yo gallego, so z...? bramé furioso . Ni soy gallego ni he estado en mi vida en Galicia. Por segunda vez, como San Pedro, negué a mi tierra, y casi en los mismos términos. Estaba muy locuaz. Les conté todos los chascarrillos que sabía y les recité una tirada de versos de mi cosecha. La ex novia del Saleri me preguntó si era escribano. Escritor querrás decir, prenda. Bueno, es igual.

En medio de las mayores tribulaciones, conservaba el humor jovial, los chascarrillos, las grotescas salidas de payaso á las cuales daba realce su cara espantosamente fea, surcada de costurones causados por la viruela. Tampoco le abandonaba su genio filosófico, inclinado á buscar las causas de todos los efectos y escudriñar las ocultas relaciones de las cosas. Su fuerte era la dialéctica.

Palabra del Dia

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