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Tenía aquel hombre la misma hermosura varonil del gran poeta, la misma bella cabeza airosamente puesta sobre un cuello nervudo, dispuesto siempre a enderezarse con la altanera inflexión del desdén.

Iba D. Carlos vestido con suma elegancia, á la última moda de París. Era todo un petimetre. Parecía el príncipe de la juventud dorada, transportado por arte mágica desde las orillas del Sena al riñón de Andalucía. El cuello de su camisa y el lienzo con que formaba lazo en torno de él, estaban bastante bajos para descubrir la garganta y la cerviz robusta sobre que posaba airosamente la cabeza.

Y tarde y apresurado llegaba, en efecto, Jacobo en aquel momento por el extremo de la galería, airosamente terciada la capa blanca de santiaguista con que encubría su pintoresco uniforme de maestrante de Sevilla.

En esto Magdalena, con un arranque malicioso, que esparció sobre nosotros una lluvia de gotas, quitose el sombrero de hule, se esforzó en echar hacia atrás su cabello, en cuya operación perdió dos horquillas, sonriose y pasó al lado de Yuba-Bill, poniendo airosamente las manos atrás.

Las dos de la tarde serian cuando se tocó á embestir al enemigo, que se hallaba apostado en las alturas de tres montañas ásperas y fragosas, cuya ventaja hacia peligrosa la subida: pero esta dificultad empeñó el valor de los nuestros, que estaban tan deseosos de venir á las manos, y acometiendo con heróico denuedo, sufrieron los indios poco tiempo el asalto, ganando airosamente las cumbres de aquellos empinados cerros, llevándose con los filos de la espada á todos los que no retiró la fuga; dejando en el campo de batalla 400 cadáveres, con poca ó ninguna pérdida de nuestra parte, y de sus resultas libre la ciudad del bloqueo en tan breve espacio de tiempo, que pudo el Comandante General exclamar con Julio Cesar: Veni, vidi, vinci.

Y si esto no lo veía, tan a la vista estaba, menos había de ver que ella, deformada por la obesidad, vieja y fea, no podía representar airosamente escenitas de celos, con mucho puchero y mucho remilgo.

Las bandas militares atronaban las calles inmediatas con sus ruidosos pasodobles, y rompiendo el gentío pasaban los regimientos, con los uniformes cepillados y brillantes, moviendo airosamente al compás de la marcha los rojos pompones de gala y las bayonetas, doradas por los últimos resplandores del sol.

Trato únicamente de los secundarios; como alcanzar la conveniente posicion en la sociedad, llevar á buen término un negocio, salir airosamente de una situacion difícil, granjearse la amistad de una persona, guardarse de los tiros de un adversario, deshacer una intriga que nos amenaza, construir un artefacto que acredite, plantear un sistema de política, de hacienda ó administracion, derribar alguna institucion que se crea dañosa y otras cosas semejantes.

Muy al contrario, la cara del general Castaños no causaba espanto a nadie, aunque respeto, pues los chascarrillos y las ingeniosas ocurrencias que le eran propias las guardaba para las intimidades de su tienda. Montaba airosamente a caballo, y en sus modales y apostura había aquella gracia cortés y urbana que tan común ha sido a nuestros Césares y Pompeyos.

Por otro lado, descollaban las pelucas blancas, las enfocas bordadas y las camisas de chorrera; allí una dama con un perrito que enderezaba airosamente el rabo; acullá una vieja con un peinado de dos ó tres pisos, fortaleza de moños, plumas y arracadas; en fin, la galería era un museo de trajes y tocados, desde los más sencillos y airosos basta los más complicados y extravagantes.